Testimonio de resistencia: el acompañamiento al aborto en Centroamérica
Escrito por Ruda
Caléndula* es una acompañante feminista que proporciona apoyo a las personas gestantes que, por diferentes razones, deciden interrumpir su embarazo. Ella define su labor como “un trabajo de cuidados que en nuestro territorio es invisible, sobre todo porque no puede ser nombrado, no es reconocido y, sin embargo, sucede”.
Por Ruda
La caléndula es una planta conocida por sus propiedades cosméticas y medicinales. Las abuelas y comadronas confían en ella, especialmente por sus beneficios para curar heridas en la piel y acelerar la cicatrización.
Caléndula también es el nombre con el que se identifica una acompañante feminista de aborto voluntario. Su seudónimo refiere el trabajo que realiza desde hace 12 años: acompañar, y de alguna manera, sanar a personas gestantes que deciden interrumpir su embarazo por diversas razones en Centroamérica, una de las regiones que más penaliza el aborto.
Cuatro de los diez países del mundo con las penas más severas sobre el aborto están en Centroamérica y el Caribe: El Salvador, Honduras, Nicaragua y República Dominicana. México es uno de los países vecinos que ha avanzado en la despenalización y legalización del aborto.
En Centroamérica, las mujeres se enfrentan a condenas de cárcel por la interrupción del embarazo, aunque sea involuntarios, y la presión social también obliga a ser madres a jóvenes. En este contexto, se desarrolla la historia de Caléndula quien conoció sobre el aborto desde el movimiento feminista y cuando era adolescente. Hoy tiene 30 años y asegura que “esta región es muy cruel con quienes desean y necesitan abortar”.
Desde su experiencia, narra que el aborto se vuelve una necesidad imperante, sobre todo porque quien decide que va a abortar lo hace, encuentre o no maneras seguras.
El feminismo y las feministas que se apoyan desde la sororidad y desafían el patriarcado no solo han exigido que el aborto sea legal, sino también han hecho que la información y redes de apoyo estén cerca de quien decide abortar.
Caléndula recordó sus inicios como acompañante. “Al principio era solo como brindar información de cómo hacerlo y luego se fue transformando en toda una práctica más profunda de cuidados”, expresó.
En países que tienen las leyes más restrictivas sobre el aborto, las acompañantes son una alternativa segura pero también invisibilizada, “porque no puede ser nombrado, no es reconocido y sin embargo sucede”.
Caléndula también afirmó que el trabajo que realizan las acompañantes en Centroamérica debería de ser un poco más visto y reconocido por el movimiento feminista del norte y del sur del continente. “Existimos y resistimos, y el trabajo que hacemos puede que no sea reconocido, pero es importante, es legítimo”, afirmó.
Para Caléndula el acompañar en regiones restrictivas como Centroamérica “es un trabajo bien difícil, pero está sucediendo”.
En el marco del Día de Acción Global por un Aborto Legal, Seguro y Accesible, el próximo 28 de septiembre, Caléndula nos habló sobre los desafíos que implica para las mujeres el aborto ilegal en países como los centroamericanos.
¿Qué es una acompañante de aborto?
Una acompañante de aborto o una acompañante feminista, como también las conocemos, son mujeres en su mayoría lesbianas, chicas de la disidencia, personas disidentes y con proceso feminista que se encargan de acompañar procesos de aborto en las primeras 12 semanas de gestación a personas que las necesitan.
¿Desde cuándo te dedicas a acompañar a mujeres?
Empecé a acompañar quizás hace unos 12 o 13 años. Era adolescente todavía. Empecé muy joven en el movimiento feminista, y en aquel entonces los temas que eran populares eran salud sexual y reproductiva y derechos sexuales y reproductivos. Eso nos llevó a encontrarnos con el tema del derecho a decidir y a mí eso me atravesó de maneras muy particulares por mi historia personal. Soy hija de una madre adolescente a quien se le dio la opción de abortar y escogió no abortar. En mi país, particularmente, el aborto estaba permitido pero luego fue penalizado.
Inicié un poco inspirada por mi propia historia y también por la necesidad del contexto, esta región es muy cruel con quienes desean y necesitan abortar. Se vuelve una necesidad imperante, sobre todo porque quien decide que va a abortar, lo va a hacer.
¿Das acompañamiento con el uso de pastillas o también con métodos alternativos, como plantas?
Por el contexto de nuestra región, se hace acompañamiento principalmente de aborto con medicamentos. Sin embargo, el proceso de acompañar incluye atender síntomas, malestares, acompañar durante todo el proceso. Entonces en esas estrategias se pueden utilizar plantas e infusiones.
Las acompañantas que utilizamos medicamentos, venimos desde esta base de conocimiento con el protocolo de la Organización Mundial de la Salud que es el más seguro y efectivo, sobre todo por las características de nuestros territorios y contextos.
¿Regularmente, cuándo dura este acompañamiento?
Los acompañamientos tienen duraciones distintas. Hay cuerpos que, incluso, 24 horas después de haber pasado por el tratamiento de medicamento realizan la expulsión, por ejemplo, otros toman más tiempo. Depende mucho de quién esté abortando, de sus características del cuerpo.
Cuando se hace con pastillas puede llegar a durar, dependiendo del método, 12 horas o puede ser una combinación que sucede en días también]

Foto: @victoriaholguin
¿Qué cambia que una mujer cuente con una o más acompañantes en este proceso?
Los métodos varían dependiendo de la disponibilidad y del contexto de quien aborta. En muchos de los acompañamientos que se hacen, la acompañada tiene su propia casa, su espacio en donde puede hacerlo. Entonces, se les da un acompañamiento virtual.
Se utilizan canales seguros de comunicación para atender con síntomas. Normalmente quien aborta está acompañada de alguien en su casa. El acompañamiento en cuanto a información y cuidado se hace de manera virtual. También ya se han dado casos donde nos ha tocado ir de manera presencial una o dos acompañantes y estar en el proceso.
¿Hay experiencias que te han marcado y por qué?
El trabajo del acompañamiento es un trabajo de cuidados que en nuestro territorio es invisible, sobre todo porque no puede ser nombrado, no es reconocido y sin embargo sucede. Además, está rodeado de las diferentes realidades y contextos, territorios atravesados por violencia de pandillas, donde las mujeres salen afectadas y la regla principal es no abortar.
Para mí siempre acompañar a menores de edad es lo más impactante. Sin embargo, también me marca saber que el proceso a través de un acompañamiento feminista puede tener otras características. Se desmitifica mucho lo que se conoce de qué es un aborto.
Esa escena dramática de la novela que vimos de pequeñas no es como nos la han pintado y puede llegar a ser un espacio de mucho amor, de mucha contención y mucho cuidado. Eso también impacta y es transformador, no solo pensar en los diferentes contextos en los que nos toca abortar.
¿Qué amenazas o peligros has enfrentado durante estos procesos?
Yo me siento muy afortunada. Creo que también la afortuna depende mucho de la estrategia y las estrategias de cuidados que como acompañantes tenemos. Y hasta el momento, digamos, como una amenaza directa a mi persona no ha habido.
Al ser muy cuidadosa con las estrategias de seguridad, eso también a uno le ayuda a estar en lugares seguros. Pero lo que sí es una realidad, que no diría un temor, pero es una cosa que también está de manera presente y constante, es que sabemos que lo que hacemos es ilegal pero no es ilegítimo. Sin embargo, en estos contextos también de mucha represión que hay en la región, entendemos que aunque no sea ilegítimo, está dentro de este marco de la ilegalidad.
Y sobre todo cuando viene impulsado desde el cuidado feminista, hay otras connotaciones que llevan a una criminalización mucho más dura. Entonces, siempre estamos conscientes de los peligros que podemos atravesar.
¿Cómo ha cambiado tu vida al dedicarte a ser acompañante?
Siento que no sabría qué hacer porque se ha vuelto parte de mi cotidianidad. Porque, a ver, una está como muy consciente de que una necesita también darse su espacio, tener sus mecanismos de autocuidado para poder seguir resistiendo. Pero, no podemos establecer un horario de oficina, digamos, para la atención que damos.
Se vuelve parte de la cotidianidad. Creo que también cada acompañante decide cómo acompañar y en qué medida lo hace. Para mí sí se ha vuelto parte de mi día a día. Yo, no sé, ando en mi trabajo regular que me da salario y estoy haciendo acompañamiento de un lado. Estoy en un encuentro feminista fuera del país y estoy atendiendo.
Desde tu experiencia, ¿por qué es importante que nuestros países despenalicen el aborto?
Porque eso es podernos darnos opciones. Porque en nuestros territorios hay algo que no conocemos y son las opciones. Especialmente las mujeres y personas con capacidad de abortar.
El derecho a decidir. No se trata de “me embarazo y aquí embarazada decido si lo tengo o no”, sino de cómo construyo mi vida para decidir un embarazo o no. Y también para decidir un aborto. ¿Y por qué lo decido? Porque tengo toda una lista de razones construidas. Porque simplemente no está en mi plan de vida en este momento. Por el reclamo a la autonomía.
Despenalizar el aborto, primero porque es un servicio de salud que todas las personas deberíamos de tener, y que se nos está negando.
Si viviéramos en un contexto donde hay legalidad y el Estado está involucrado en el acceso al aborto, las realidades serían distintas. El trabajo de las acompañantes fuera distinto. Y las unidades de salud y centros de salud tendrían la capacidad de hacer procedimientos ambulatorios de una hora, 45 minutos.
Hay más riesgo en un apendicitis que en un proceso de aborto. No estamos diciendo que no lo haya. Pero sí, verlo como este servicio de salud al que se nos está negando el acceso es una manera de darle el lugar que se merece. Como bajarlo de esta nube del drama que el aborto puede ser.
En países centroamericanos en donde se anteponen los prejuicios, ¿a qué estigmas se enfrenta una acompañante de aborto y cómo se puede “educar” a la población sobre la importancia de una acompañante?
Siento que eso es bien fuerte, porque así como señoras que son madres y me han dicho que yo soy una mata bebés, también hay madres de jóvenes a las que he acompañado que me dan las gracias por la labor que hacemos. Creo que tiene que ver con la experiencia.
Justo hasta que aparecieron, hasta que aparecieron las acompañantes feministas, el aborto sucedía. O sea, aquí no estamos diciendo que nosotras trajimos eso. No, aquí en nuestros territorios las mujeres estaban abortando desde antes que llegaran las redes feministas.
Y existían redes de comercio muy horribles de medicamentos y de aborto clandestino e inseguro que estaba haciendo mucho daño en los cuerpos de las mujeres. Creo que la experiencia del acompañamiento feminista, y yo siempre como que abogo por esto, sigue siendo un acompañamiento clandestino, pero es un acompañamiento seguro. Y es un acompañamiento cuidadoso y es muy amoroso. Nosotras no te soltamos hasta 15 días después del proceso, para asegurarnos que están bien.
No podemos hablar de las acompañantes de manera tan pública, es bien difícil desmitificarlo. Creo que somos como esos seres semi-invisibles que aparecemos cuando la necesidad está ahí.
¿Qué peligros has escuchado de las chicas que no han recibido este acompañamiento?
Se han escuchado historias de terror muy horribles. Mujeres que han muerto en camillas de lugares clandestinos, donde se supone que hay gente con conocimiento médico que hace otro tipo de cosas. Sabemos que hay historias muy reales de mujeres que se han hecho daño. Cuando la decisión de abortar ya está tomada, va a ser ejecutada, cueste lo que cueste.
Hay experiencias bien horribles de personas que consumieron veneno para animales, granos del maíz que se siembra, que ya viene preparado. Y que al final, cuando lo vemos, estas prácticas son prácticas suicidas desde la desesperación de no tener opciones. Poder tener acceso, aunque sea bajo de agua, y eso lo hace que sea limitado, a tener una opción y un procedimiento del que sabemos que vamos a salir vivas es un alivio para quienes abortan porque ese es el miedo principal de, me voy a morir desangrada.
Y sí, prácticas muy malas. Y la desigualdad, porque lo cierto es que en nuestros territorios hay muchas prácticas de aborto seguros y hechas por médicos, siempre y cuando se tengan US$1,500 a US$3,000 para poder pagar un procedimiento. Pero, eso no lo va a pagar una muchacha de 15 años que está terminando de sacar su bachillerato.

Foto: Andrea Franco
¿Qué mensaje le enviarías a quienes aún están en contra del aborto?
¡Ay! Espero que si les llega a tocar acompañar un aborto, que alguien se les acerque a comentarles que puedan tener la empatía del corazón suficiente como para recibir y entender este tema. Esto no se trata de que una vida vale más que otra, se trata de tener, de vivir vidas con dignidad. Y si aquí en este mundo hay infancias y hay adultos y adultas que no vivimos vidas dignas, ¿cómo es posible pensar en dignidad de vida para otros cuando no tenemos nuestras condiciones adecuadas?
Caléndula* nombre ficticio para resguardar la seguridad de la persona entrevistada.
Participaron de esta nota
Desinformémonos
Ciudad de México.- Se puede ser católica y estar a favor del aborto, así lo sostuvieron esta mañana, Católicas por el Derecho a Decidir (CDD), organización feminista que sostiene que la fe no está reñida con la defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
Desinformémonos
Ciudad de México.- Isaac Pimentel Mejía, presidente de la mesa directiva del Congreso local, anunció que dentro de este periodo legislativo se discutirá en el pleno el dictamen para despenalizar el aborto en el estado de Morelos y con ello acatar la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) del 2023 y luego del 2025.
Ciudad de México- Hoy en México, ocho de cada diez personas respaldan leyes que permitan el aborto en algunos o en todos los casos, y tres de cada cuatro reconocen que su legalidad genera impactos positivos, según el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE, 2025) y este respaldo social es el resultado de un cambio sostenido en la percepción pública, que evidencia que la lucha feminista no solo ha abierto camino en el marco legal, sino que también ha debilitado los prejuicios sociales que históricamente han criminalizado a las mujeres.