En el momento actual en que la incertidumbre es lo más certero que tenemos, hemos leído reflexiones sobre que una vez superada la pandemia mundial, el mundo va a ser otro. Si esto llega a pasar, ¿qué otro mundo es ese? ¿Un mundo con relaciones más humanas o más lleno de tecnología y control? No lo sabemos. Tampoco sabemos si efectivamente algo va a cambiar, aunque esto debería ser impostergable.
En el único hospital psiquiátrico del país, hay al menos 321 personas que siguen internas con discapacidad social, y más de 500 trabajadores entre enfermeros, personal médico, de cocina, seguridad y administrativo. Un trabajador de este hospital a quien entrevistamos y por temor, prefiere que no se revele su identidad, se encuentra preocupado por el nivel de riesgo en el que se encuentra el personal y los pacientes. La alarma se debe a que el 21 de abril 2020 trascendió entre el personal, que dos de los enfermeros que atienden el pabellón 2, presentaban síntomas de COVID-19, lo mismo que una trabajadora social. Este pabellón es uno de los dos llamados “intensivo” de hombres, en el que se encuentran pacientes con enfermedades psiquiátricas crónicas. En cada uno de estos dos pabellones hay al menos 40 personas internas.
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