#Migración
Escapar de la violencia intrafamiliar y de la pobreza fueron los motivos para que dos mujeres jóvenes indígenas, decidieran dejar a sus hijos, con la premisa de una vida mejor.
Son miles los casos de personas que migran hacia Estados Unidos y salen de Centroamérica con el fin de llegar a un nuevo país para obtener mejores oportunidades laborales, pero en el trayecto el crimen organizado es una de las causas que apagan estos sueños. Las familias buscan incansablemente a sus familiares desaparecidos a quienes aún esperan de regreso a su comunidad o una comunicación que les traiga esperanza. Sin embargo, en la mayoría de casos no hay respuestas sino hasta años después.
Más de 100 mil nicaragüenses habían huido del país, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). En 2022, esa cifra casi se duplicó. Esto se debe a que “Ortega tomó medidas enérgicas contra los políticos de la oposición y los disidentes políticos en el período previo y posterior a las elecciones de noviembre de 2021”, señaló la organización Migration Policy Institute. El exilio, la migración forzada y la migración voluntaria ha sido una opción para salvaguardar las vidas de activistas, feministas y defensoras que denuncian las violaciones a los derechos humanos, criminalización y represión de la dictadura sandinista.
La migración ha estado siempre presente. Durante los últimos años, su aumento ha sido más que notorio en municipios como Esquipulas, el cual funciona como centro fronterizo. Por años, el hombre fue quien tomaba el rol de salir del país para llevar sustento a su familia y darles mejores oportunidades. Solo algunas mujeres valientes se sumaban al viaje.
Vivimos en un mundo de refugiadas. Las personas se están movilizando a ritmos increíbles, ya sea por razones políticas, desastres naturales o guerras. Según la última estadística de la Organización de Naciones Unidas (ONU), hay alrededor de 108.4 millones de personas desplazadas forzosamente a nivel global y de este gran número el 50% son mujeres. Cuando migran, ellas sufren distintos tipos de violencia y riesgos a los cuales los hombres no se enfrentan. Datos de la ONU revelan realidades horríficas sobre las condiciones a las que se enfrentan las mujeres refugiadas o desplazadas como, por ejemplo, el hecho de que 1 de cada 5 de ellas son víctimas de violencia sexual.
En los últimos cuatro años, el éxodo de mujeres en busca de mejores condiciones de vida fuera de Nicaragua es considerable. Atrás quedan hijos, hijas, madres, familia, casas y recuerdos. Las motivaciones varían desde búsqueda de recursos económicos, persecución y asedio político, o la realización de ideales no logrados en su país.
En Guatemala, históricamente las poblaciones indígenas en áreas rurales son los protagonistas de la migración hacia México o Estados Unidos. Estas dinámicas migratorias no son nuevas, pero sí las causas que la provocan. Con la llegada inesperada de la pandemia de COVID-19 y las tormentas Eta y Iota en 2020, cientos de guatemaltecos se vieron obligados a migrar, porque la desesperación y la falta de apoyo del gobierno central para atender sus necesidades fueron muy escasas.
Por: Natalia Cintra, Jean Grugel y Pia Riggirozzi