
Memena Rivera: “Voy a resistir con arte, con música”
Escrito por Ana Alfaro

Entre cuerdas, canciones que ponen al centro las luchas y rebeldía de las mujeres, conversamos con una de las compositoras y músicas más importantes y con consciencia social de San Salvador, Memena Rivera. Su arte también es resistencia en el salvador.
Carmen Elena Rivera García, conocida como Memena, es una compositora, musicoterapeuta, arquitecta y multi-instrumentalista (ejecuta 14 instrumentos), lesbiana demisexual salvadoreña que actualmente vive en el Antiguo Cuscatlán, en medio de Santa Tecla y San Salvador, entre el mar y la ciudad.
La sensibilidad y visión del poder que tiene la música, le ha hecho crear y coescribir junto a Las Musas Desconectadas, un colectivo del que es parte y conformado por mujeres artistas salvadoreñas con propuesta musical desde el feminismo. Entre sus composiciones destacan canciones como “Voces después del Fuego” dirigida a las 56 adolescentes víctimas de la tragedia el 8 de marzo de 2017 en el Hogar “Seguro” Virgen de la Asunción en la ciudad de Guatemala. Cuarenta y uno de ellas murieron quemadas.
Durante su carrera artística, Memena se ha destacado por sus canciones dirigidas a la defensa de derechos humanos como “Raquel”, escrita para las mujeres desaparecidas y también la canción “Guardiana” homenaje para la hondureña Berta Cáceres, una de las defensoras de la naturaleza asesinada el 3 de marzo de 2016 en Honduras.
Actualmente, Memena es coautora del programa "Banda de colores” dirigido a personas neuro divergentes y pionera en la clínica de musicoterapia en un centro médico de El Salvador.
Durante una videollamada, Memena Rivera nos compartió su canto, nos mostró los instrumentos que le rodean día a día como el chelo, la guitarra, el bajo, entre otros. La cantautora visibilizó cómo es ser artista en El Salvador. Además, nos habló sobre su pasión por la música, su compromiso con la memoria, la resistencia, el feminismo y la vida.

¿Cómo iniciaste tu trayectoria en el arte?
Más allá de adentrarme, es algo que me sostuvo y me creó cierta identidad desde muy chiquita porque, desde los 7 años que me dieron el primer pianito, yo sacaba mis canciones. Por suerte tuve una familia que me apoyó muchísimo y vieron el potencial.
Incluso me da risa porque tengo una historia bien similar a la de Fito Páez, que lo meten a una academia y lo hacen leer música, pero él en realidad no está leyendo. Está nada más escuchando las canciones y repitiéndolas. Tengo un oído absoluto y esto me permite poder percibir la música de manera más natural.
Cuando estaba viviendo una crisis de identidad, de ahí entrar al colegio, padecer dislexia, probablemente en ese momento TDA y todo lo que te puedas imaginar que en ese momento ni existía, sentía que no encajaba en nada. Entonces, solo la música era como un lugar seguro donde yo tocaba y la gente me aplaudía o les gustaba o me sentía aceptada.
Mis papás son bien jóvenes. Entonces, mi papá era este chero que se juntaba con los amigos en el patio se ponían a rockear, a tocar soda stereo, enanitos verdes y creo que eso también influye mucho en el desarrollo musical de alguien.
¿Cuándo decidiste que te dedicarías a hacer música?
Nunca vi la música como un medio de negocio. Cuando me gradué del colegio, mis principales preocupaciones eran si yo iba a tener familia o no, más allá de a qué me iba a dedicar. Le dije a mi papá que me gustaría estudiar música, pero en ese momento en el país no había un conservatorio. Y, bueno, a la fecha no hay un espacio donde tú te puedas graduar profesionalmente de música hasta hace más o menos cinco años que en la Universidad José Matías Delgado abrieron la disciplina de música. Pero, más enfocada a la docencia.
A mí se me dan las matemáticas, estudié ingeniería civil pero con la dislexia, me iba muy mal en esa carrera. Luego mi hermana ingresó a arquitectura y me encantó. Realmente, la arquitectura es la música de las matemáticas.
En el 2014, llegué a Las Musas y me quedé. Sentí que por fin había encontrado mi tribu, gente muy similar a mí, lesbianas, una parte, no todas, pero feministas, muy cercanas a su familia también, no necesité estar diciendo o definiendo algo, sino me sentí en un espacio seguro.
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Ejecutas 14 instrumentos, ¿cuáles son tus favoritos?
El primero fue el piano, siento que esa fue la clave de todo porque el piano es un mapa. Vos tenés teclas blancas, negras y visualmente puedes ver la conformación de notas, de acordes, ritmo, melodía, todo. Eso me permitió entender la música, o sea, entender la naturaleza de todos los demás instrumentos. Y ahí empecé a tocar guitarra, que es muy similar al piano, entonces tenía estos dos grandes macros que son como de los más completos que hay.
Mi papá es muy consentidor. Le dije que quería aprender saxofón por un concierto. Me dijo sí, dale, te lo compro. Luego estuve en un coro, entré a la universidad. Después conocí a mi profesor, que se llama Juan Carlos Berrios, y él es multi-instrumentista también, y tenía acceso a todos estos instrumentos que pertenecían a la universidad. Y él me daba cada seis meses un instrumento nuevo.
¿Cómo definís qué tipo de música crear, componer y de acompañar?
Justo después de arquitectura me metí a estudiar musicoterapia y recientemente música para películas y documentales. Esto como un extremo de toda la música que se crea en Las Musas. Entonces, no estoy amarrada como un género musical.
No es mi género la música urbana, por ejemplo, pero sí la admiro mucho. O sea, no me cierro, si alguien me propone un proyecto así, en el tema de producción musical es de las cosas más chivas y quizás menos complejas de construir por los sonidos electrónicos. Pero a la hora de crear soy más de música de cantautor, de cantautora, como Marta Gómez, Natalia Lafourcade, Silvana Estrada, Jorge Drexler.
¿Con qué artistas de la región o internacionales has colaborado ?
Desde Las Musas Desconectadas, somos un colectivo de mujeres artistas, pero también de ese mismo proyecto salen el Estudio de Reconexión, que es el estudio de grabación, y el Resonar Fest, que es el festival centroamericano que hacemos anualmente para prácticamente poder traer artistas internacionales.
Ahorita tenemos un tema con Rebecca Lane (rapera y feminista guatemalteca), que está en proceso. Hemos grabado y producido en Naik Madera, estamos también en construcción de una canción con Sara Curruchich, Katia Cardenal y Ceshia Ubao de Nicaragua.

¿Por qué te interesa componer también música con una visión feminista o de denuncia?
Siento que estoy bien consciente del poder que tiene la música en la sociedad, a nivel político, a nivel artístico y a nivel personal y de identidad. Siento que el 99% de las canciones se tratan de amor o desamor.
Las mujeres podemos hablar de muchos tipos de amor. Y este para mí es una canción para Berta Cáceres, una canción para las 56 niñas del Hogar “Seguro”. Es una canción de amor, es decir, estamos aquí para contar su historia y que su caso no se olvide.
Tenemos una canción titulada Raquel, que es para una chica que desapareció en el 2019 y que es un abrazo a todas las familias que están ahí y siguen esperando encontrar a sus familiares. Es un abrazo a esa espera tan dolorosa de cuando te arrancan la vida. Entonces, son temáticas fuertes que merecen ser contadas aunque sea muy incómodo a veces escuchar, pero hay que hacerlo con ritmos más armónicos y coros que se conviertan en consignas repetibles.
¿Cómo fue la creación de la canción “Voces después del Fuego" sobre las 56 niñas del Hogar “Seguro” de Guatemala?
Yo venía de trabajar bien tarde, como a las 11 de la noche más o menos, y estaba scrolleando redes sociales y todo, y nos cayó un comunicado que un colectivo feminista estaba organizando un plantón en la Embajada de Guatemala el siguiente día. Entonces, me intrigó y quise saber por qué.
Pero sólo saber que estaban 56 niñas en una habitación con fuego y que no se atendió a tiempo, no se hizo nada, esa situación me indignó y empecé a llorar casi toda la noche. Y escribí así un par de líneas de esa canción en ese momento.
Se lo comuniqué a Las Musas y les dije: quisiera que fuéramos las que podamos ir al plantón para ver si podemos cantar ahí lo que había escrito. Era una idea muy inicial de la canción, el coro y unas frases.Y luego las chicas de Las Musas fue como, hey, hagámosla.
También un año después pudimos asistir a un centro, donde estaban dos chicas que estuvieron en el Hogar “Seguro”, había un espacio programado para hacer un concierto, cantamos la canción y luego hicimos un espacio de diálogo. Una niña levantó la mano y preguntó en voz alta sobre qué haríamos si estaban dos de las niñas víctimas del incendio. Andrea la cantante principal dijo: las abrazaríamos y les agradeceríamos porque están aquí. Las dos niñas se pararon y nos abrazaron. Fue un momento súper fuerte.
La canción las hizo sentir con mucha fuerza y muchas ganas de seguir. En ese momento se cerró el engranaje de la razón por la cual una canción nace. Ese acto era el Grammy.
CANCIÓN GUARDIANA DEDICADA A BERTA CÁCERES
La canción Guardiana para Berta Cáceres, ¿cómo surgió?
Escuché de ella hasta el día que murió. Y fue un proceso también bastante doloroso. Fue la misma indignación, pero distinta emoción a “Voces después del Fuego”. Estaba en ese momento en una ruptura amorosa como cuando sentís que ya el barco se te va a hundir.
Ese día estaba en la casa, empecé igual con las redes, me enteré de la historia de Berta. Me sentí chiquitísima en ese momento, fue una cosa de, no puede ser que nos estén matando, o sea, que estén matando a la resistencia, a las personas que defienden la vida.
Para mi el mensaje fue trascender la vida con la vida y empecé a escribir. La canción de Berta, “Guardiana” es prácticamente una canción documental.
(Toma su guitarra y empieza a tocar la intro de la canción)
Como la música española o la música de Torero, tomé esa introducción y dije: Berta se enfrenta al sistema, Berta es la naturaleza, Berta es el toro, no es el torero. La intro partía de hacer esa misma armonía, esa misma melodía, pero al revés, como del toro al sistema.
A través de Marielos (integrante de Las Musas) pudimos hacerle llegar esta canción a la hija de Berta Cáceres, Bertita.

Actualmente, ¿cómo está la situación para el arte en El Salvador?
Realmente el contexto sociopolítico es bastante complejo, porque siento que, más allá de ser negro o blanco, es bastante gris. Tiene muchos matices. El Salvador nunca ha tenido un espacio público, gratuito, hasta hoy, algunos parques.
Y estamos hablando de parques netamente. Digamos, como espacios donde se presenten abiertamente bandas y que tengan accesibilidad para gestionarlo, con las condiciones acústicas que requiere, ¿verdad? Una obra de teatro, una presentación musical.
A mí me encanta caminar y quizás es de los momentos históricos donde más se ha podido, pero lastimosamente, ¿cuál es el costo que hay que pagar para eso?.
El arte, hasta cierto punto, está también vigilado y censurado, ya, por el tema de la libertad de expresión. Entonces, es sumamente complejo cómo nuestra población está acostumbrada a tan poco, que poco significa mucho, y no ves las consecuencias de lo que ese poco te puede costar, o a quién le está costando.
¿Qué sueños tienes como artista musical?
Actualmente, de manera personal, no me veo solamente en El Salvador. Creo que la visión que tengo es crear una carrera de producción musical y de composición de música para cine y documentales a nivel latinoamericano, como mínimo. Y quizás a nivel europeo o estadounidense, pero solamente para la difusión, no para trabajar ahí. También porque se han restringido mucho los derechos para la comunidad LGBT y cada vez veo la posibilidad de poder habitar en otros lugares donde eso no sea un inconveniente.
Entonces, esas son como un poco mi perspectiva. Si las cosas se empiezan a poner un poquito mal, peor, quizás en algún momento migrar, pero de momento vamos a resistir.
Voy a resistir con arte, con música, con acompañar todos los procesos existentes y que van naciendo y que van saliendo y que van permaneciendo hasta donde se pueda.
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Ana Alfaro
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