Cuerpo y Territorio

Madres que luchan junto a sus hijos trans en un país conservador

Escrito por Violeta Cetino

El 10 de mayo se celebra en Guatemala el Día de la Madre. Son característicos los festejos en centros escolares, el incremento en la venta de flores y la casi infinita oferta de obsequios, con lo que se busca reconocer el amor incondicional de quienes paren y crían. Tres madres cuentan cómo es maternar y acompañar a sus hijos en el proceso de transmasculinización, una tarea que supone un reto enorme en este país centroamericano. 

Vilma Navarro de Cordón tiene 56 años, es técnica en seguros y también madre de George, un hombre trans. Esto, en un país machista y transfóbico como Guatemala no supone una vida convencional, sino un camino lleno de retos para las maternidades de personas diversas.

De acuerdo con la Estrategia de Atención Integral y Diferenciada en Salud para las personas Trans en Guatemala, “las personas Transexuales se sienten y se conciben a sí mismas como pertenecientes al género opuesto que social y culturalmente se asigna a su sexo biológico y que optan por una intervención médica –hormonal, quirúrgica o ambas– para adecuar su apariencia física-biológica a su realidad psíquica, espiritual y social”.

 George junto a su madre, Vilma. Foto: cortesía.
George junto a su madre, Vilma. Foto: cortesía.

Desde que George cambió el nombre que le asignaron sus papás al nacer, Vilma lo llama así, pues es como a él le gusta y lo hace sentir cómodo y tranquilo, comentó. Para ella la transmasculinización de su hijo ha significado un proceso. “Yo no estaba preparada para esta situación, pero el amor de madre te impulsa a que tus hijos se sientan bien. Si uno como madre no acepta a sus hijos como son, imagínate a lo que se van a enfrentar a su alrededor”.

Aceptar a los hijos e hijas con su nueva identidad de género es similar a amarlos sin saber si son niñas o niños cuando están en el vientre, aseguró Vilma. “Uno los ama no importando si son hombres o mujeres”. 

Como madre, su gran temor no radica en el qué dirán, sino en las situaciones de violencia que George pueda enfrentar en las calles debido al machismo y transfobia que se ejercen en los lugares de trabajo, escuela, centros de entretenimiento  y todos aquellos donde converge la sociedad. 

En 2019, el colectivo de hombres trans Trans-Formación realizó el Estudio Exploratorio de Hombres Trans, en el que los entrevistados expusieron los orígenes de la violencia en su contra. “La falta de empatía es un elemento que aparece recurrentemente en las narrativas reconstruidas y se relaciona con el desconocimiento de temas vinculados con la diversidad sexual. Los participantes consideran que no tener acceso a esta información dificulta que las personas sean empáticas o respetuosas de su identidad”, asegura el informe.

Además, este identificó que tanto el machismo como el fanatismo religioso son factores estructurales que también se asocian con la existencia y reproducción de prejuicios y estereotipos que refuerzan la violencia contra la población LGBTIQ. 

“En mi familia son muy católicos”, contó Vilma. Recordó que cuando ella les dijo sobre el cambio de género de George, algunos miembros de su familia le decían, “Ponela en oración”, pero si ella los escuchaba estaría en juego la felicidad de su hijo y pensó que lo que decía la gente no era importante.

Con el tiempo, hubo muchos familiares y amigas que dejaron de comunicarse con ella, aunque también conservó con ella a amigas valiosas, pues como indicó, está convencida de que si la quieren a ella, también la querrán con sus hijos. 

Aunque Vilma reconoce que Dios le ha dado mucha fortaleza, también se la ha dado la sororidad entre mamás de otros chicos trans. “He acudido a charlas con otras mamás de hombres trans, es una muy bonita e importante ayuda. Me hace sentir acompañada, contar nuestra experiencia y conocer otras que son similares a la mía me hacen sentir que no estoy sola”. 

El proceso de transmasculinización de George ha contribuido a que Vilma abriera su mente. “Yo tenía una mente muy cuadrada”, dijo y aseguró que las charlas que su hijo ofrece, el trabajo que realiza con otros de sus compañeros es admirable y que le han permitido conocer sobre la diversidad sexual. “Es un orgullo tenerlo como hijo”. 

La transmasculinización es el proceso en el que un hombre trans busca modificar su cuerpo para que corresponda con su identidad de género masculina. Esta puede abarcar terapia hormonal para lograr cambios en la voz, la distribución de la grasa y el crecimiento del vello corporal, además de la cirugía de reasignación de sexo como la mastectomía (extirpación de las mamas).

Con el afán de acuerpar a otras mamás, Vilma les aconsejó que brinden un apoyo incondicional a sus hijos. “Les aconsejo que los apoyen, que los amen, que recuerden que los tuvieron en su vientre durante 9 meses. En mis tiempos no sabíamos qué género tendría nuestro bebé, al tenerlo en el vientre no conocemos su género, pero aún así ya lo amábamos”.

“Sin entenderlo, yo lo acepté”

Graciela Velásquez tiene 50 años, trabaja como maestra y es mamá de Levy, un niño trans que fue asumiendo su identidad de género masculina. Ella compartió que desde bebé él manifestaba explícitamente que era hombre. “No le gustaban los vestidos, pero uno no pone atención a esos detalles”, recordó. 

Dijo que al inicio de la adolescencia, Levy empezó a determinarse como hombre trans. “Para mí era complicado porque toda mamá sueña con tener una hija, para peinarla y ponerle vestidos”. Pero le llegó el tiempo de la aceptación, porque, según dijo, ella ama a su hijo y lo acepta tal y como es.

De acuerdo con el Estudio Exploratorio de Trans-Formación, las personas que entrevistaron en el mismo refirieron que las y los hermanos, así como la madre, representan un porcentaje considerable de personas que suelen brindarles más apoyo a las personas trans dentro de la familia. 

 Graciela junto a su hijo Levy. Foto: cortesía.
Graciela junto a su hijo Levy. Foto: cortesía.

Comentó que ella nunca había escuchado sobre hombres trans, que únicamente tenía conocimiento sobre personas gay y lesbianas, y que a pesar de no comprender nada, optó por aceptarlo. “Con el tiempo fui entendiendo todo, pero aún sin entenderlo, yo lo acepté de entrada”. 

Reconoció que al enterarse sintió miedo al qué dirán y a lo que él se enfrentaría al salir a la calle.  Levy le ha comentado que las personas a su alrededor lo miran “raro” y que eso le molesta; él aún no ha iniciado con algún tratamiento de reemplazo hormonal, ni se ha practicado alguna cirugía para reafirmar su género debido a problemas de salud. “Ahora está en la caracterización, usa pronombres masculinos y ropa varonil”, lo que despierta las miradas de una sociedad poco informada sobre el tema. 

Dentro de las dificultades que la mamá de Levy ha experimentado en este proceso está la búsqueda de comodidad para él, sobre todo en relación con el papá. “Al papá le ha costado entenderlo, no lo trata mal ni lo desprecia, pero a veces lo trata como hija, y los hermanos le recuerdan que debe tratarlo como hombre”. 

Con los demás grupos familiares, Graciela aseguró no tener mayor problemas, pues tienen una familia pequeña y los pocos integrantes aceptan a Levy. En su lugar de trabajo, un centro educativo, ella compartió con la directora y sus compañeras sobre la identidad de Levy y lejos de juzgarla o aislarla, se interesaron por comprender y aprender sobre el tema.  “Las personas que me conocen saben que yo defiendo a mis hijos a toda costa”, compartió.

Al informarse sobre el tema de la transmasculinización y compartir con otras mamás que viven una situación similar, Graciela aseguró que todo esto ha ampliado su mente, que antes era muy cerrada. “Hemos ido como familia a la marcha del Orgullo Gay para acompañar a Levy”, dijo.

A otras mamás que recién descubren que tienen un hijo trans, les aconsejó que piensen en el amor que le tiene a sus hijos y que le pidan a Dios mucho entendimiento para comprenderlo y acompañarlo. 

“Esto no es un problema, es una cuestión de vida”

Mirna Vielman tiene 63 años, y aunque es enfermera, renunció a su profesión para dedicarse a cuidar a su hijo más pequeño, Dreik, quien también es un hombre trans. 

 “Es bastante duro”, dijo sobre qué representa para una mamá acompañar a un hijo trans en su proceso de transmasculinización. Recordó la noche en la que su hijo habló con ella para contarle sobre su identidad de género y mencionó que lo que recomienda a otras mamás ante una situación como esa, es conservar la calma porque “es como recibir un balde de agua fría”.

Contó que le ofreció apoyo a su hijo, que buscarían ayuda juntos en Guatemala, pues Dreik quería buscarla en México. Mirna platicó con el papá de Dreik, quien le respondió que también lo apoyaría. “A veces enfrascamos a los niños, negándonos a lo evidente. A él no le gustaban los vestidos, yo veía la tristeza en sus ojos; ahora reconozco que lo dañé al negarme a lo evidente”.

 Mirna acompaña a su hijo Dreik a las actividades que realiza su colectivo para defender los derechos de las personas trans.
Mirna acompaña a su hijo Dreik a las actividades que realiza su colectivo para defender los derechos de las personas trans.

Mirna recordó que cuando Dreik inició la escuela era un niño muy tímido. “no hablaba con nadie, no respondía los cuestionarios verbales y ahora es lo opuesto porque se expresa tal y como es”. Ella considera que su timidez respondía a que él no se sentía cómodo al presentarse como niña, pero ahora que es un hombre trans, él es feliz porque se siente tal y como él desea. 

La madre de Dreik se sintió aterrada por el proceso de transición, por el sufrimiento que ella veía en su hijo: la mastectomía, describió, es un proceso doloroso, es una cirugía mayor y peligrosa. “No hay nada más doloroso para una mamá que ver sufrir a su hijo”.

Mirna también contó que lidiar con el entorno familiar no fue fácil. Críticas y señalamientos son las actitudes que recibió de sus familiares ante la expresión de género de su hijo. Sin embargo, la relación con su familia ha mejorado, porque sus integrantes han comprendido que ella no iba a “agachar la cabeza” y que su propósito es que sus hijos se realicen como personas, que sean independientes y que muestren libremente sus emociones. “Si nosotros como padres no lo hubiéramos apoyado, ¿qué sería de este niño?”, expresó.

Ella aseguró que siempre está para su hijo, para acompañarlo y abrirle su corazón para lo que él desee decirle. “Con él aprendí a ser mamá”, dijo, “a saber escuchar para saber guiar y acompañar”. 

Mirna tiene un consejo para los hombres trans que están iniciando su masculinización:  “No se enojen con sus papás cuando les nombran ‘nena’, porque cuesta acostumbrarse a decirle ‘el’”, y a las mamás y papás de personas trans y demás expresiones de la diversidad sexual, los motivó a no sentir culpa. “Siempre resurge la pregunta, ‘¿En qué fallé?’”. Pero reconoció que no hay nada de raro, ni de malo en el proceder de una mamá, simplemente es la ocasión.

A decir de esta madre, hay que aprender a ver y a oír todo como un proceso de vida. “¿Lo vas a llevar de manera trágica? ¿De qué color lo vas a ver? Esto no es un problema, es una cuestión de vida”, concluyó. 

Vilma, Graciela y Mirna son fuertes, pero más fuertes son con el sostén de otras mamás, amistades que han tejido en esta aventura que es ser madre de un hombre trans. Son más fuertes todas juntas, porque las adversidades que impone la sociedad parecen ser menos difíciles cuando nos acompañamos de las nuestras. 

Participaron de esta nota

Violeta Cetino

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