
Las reformas del Papa Francisco abrieron puestos a las mujeres reservados para el clero
Escrito por Jasmín López
“Uno de los grandes pecados que hemos cometido es masculinizar a la Iglesia”, fueron las palabras pronunciadas por el papa Francisco en una reunión realizada en noviembre del 2024. La postura del pontífice sobre el reconocimiento de las mujeres dentro de una institución que históricamente las ha excluido fue clara, no solo con sus declaraciones sino también con sus acciones, impulsando reformas valiosas pero esporádicas. ¿Son estos cambios trascendentales? ¿Podría algún día una mujer estar en el papado?
Hasta el año pasado ninguna mujer había dirigido nunca una oficina gubernamental en el Vaticano. En enero de 2025, el papa Francisco nombró a la primera prefecta en la historia de la Curia Romana. La monja Simona Brambilladirige actualmente el Dicasterio para la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Esta es una de la serie de reformas emprendidas por Jorge Mario Bergoglio para promover la participación femenina en puestos de toma de decisión dentro de la Ciudad del Vaticano y la Iglesia Católica. Cuatro religiosas más, nombradas en diferentes puestos por el recientemente fallecido papa, son las primeras mujeres en llegar a estos espacios: Raffaella Petrini, Secretaria General de Gobernación; Nathalie Becquart, Subsecretaria del Sínodo de los Obispos; Francesca Di Giovanni, Subsecretaria del sector multilateral en las relaciones con los estados; y Barbara Jetta, Directora de los Museos Vaticanos. Y al frente de la Secretaría del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y de la Oficina de Prensa están también dos mujeres, Alessandra Smerilli y Cristiane Murray, respectivamente.
De acuerdo con el portal de información del gobierno católico Vatican News, el porcentaje de empleadas en el Vaticano aumentó significativamente durante el papado de Francisco: de un 19.2%, en 2023, las mujeres representan ahora un 23.4% de la fuerza de trabajo. Y dentro del gobierno, la cifra es del 26%.
Sin embargo, mientras Francisco agitó algunas estructuras de poder en la iglesia, dejó otras intactas.
La mujer en la Iglesia
A lo largo de la historia, la Iglesia católica ha sido característica y severamente excluyente de la población femenina, y sus doctrinas siguen siendo utilizadas para justificar y perpetuar la opresión hacia las mujeres afuera y dentro de las catedrales. Pero con el tiempo, ellas han ganado espacios en todos los ámbitos de la sociedad y su revolución alcanzó a la Iglesia católica, llevando a una revisión con perspectiva de género de los textos bíblicos y a un cuestionamiento de los roles inferiores a los que ha relegado a las mujeres.
Las objeciones a la interpretación patriarcal de las Escrituras por parte de sus seguidoras y seguidores no son algo nuevo. Ya en el siglo XVI, Santa Teresa de Ávila proclamaba que ante los ojos de Dios las mujeres son iguales a los hombres, y en el XVII, sor Juana Inés de la Cruz señalaba la doble moral machista y defendía el derecho de las mujeres a la educación desde el convento de San Jerónimo.
A pesar de los aportes de teólogas brillantes, la situación de las mujeres dentro de la iglesia católica apenas se ha modificado.
L’Osservatore Romano, periódico oficial del Vaticano, publicó en el 2018 un reportaje en el que denuncia la explotación laboral a la que la jerarquía eclesiástica presidida por hombres somete a las monjas. Cocinar, limpiar, lavar y planchar la ropa son algunas de las arduas tareas a las que las religiosas se dedican de la mañana a la noche, en las casas de los obispos y cardenales, en las escuelas e instituciones eclesiásticas, con poca o ninguna paga. Las mujeres sirven la comida, pero “rara vez son invitadas a sentarse a la mesa”, cita la publicación a una de ellas.
“En la propia Iglesia, el papel de servicio al que todo cristiano está llamado se desliza, en el caso de la mujer, hacia papeles más bien de servidumbre”, fue la crítica escrita por el papa Francisco al respecto de esta realidad.
Otro mandato discriminatorio que aún se mantiene y desata un amplio debate es la inclusión de mujeres en el sacerdocio. Aunque las mujeres son más participativas que los hombres y son líderes en la enseñanza y transmisión de la fe católica, esta religión es una de las divisiones del Cristianismo que no les permiten oficiar misas. Debido a esta disposición, la prefecta Simona Brambilla comparte el cargo con el cardenal Ángel Fernández, pues la persona que dirige el Dicasterio debe poder realizar las funciones eclesiásticas vetadas a las mujeres.
Las autoridades católicas fundamentan esta decisión en el canon bíblico, según el cual Cristo nombró solo varones como Apóstoles. En el Ordinatio Sacerdotalis, Juan Pablo II argumentó que “la Iglesia ha reconocido siempre como norma perenne el modo de actuar de su Señor en la elección de los doce hombres”.
El papa Francisco respaldó la prohibición de Juan Pablo II, emitida en 1994, según la cual “la Iglesia no tiene autoridad alguna para ordenar mujeres al sacerdocio”.
La institución católica está muy detrás de sus homólogas en este aspecto. La mayoría de las congregaciones evangélicas y protestantes admiten mujeres en roles de liderazgo pastoral, y la Iglesia Anglicana aprobó desde 1994 el ejercicio del sacerdocio sin discriminación por género.
Rafael Ovalle, obispo de la Iglesia Episcopal anglicana de Guatemala, explicó que “la buena nueva de Jesús es un mensaje universal, es decir, para todas y todos. No es un mensaje exclusivo para un pueblo en particular, como tampoco es exclusivo para el hombre únicamente”.
“Por otro lado, hay un papel muy especial de la mujer en el Ministerio de Jesús”, dijo. “Son mujeres las que lo acompañan hasta la cruz, y las primeras que proclamaron la resurrección de Jesús son mujeres; son las que van al sepulcro, lo encuentran abierto, y son las primeras que llevan ese mensaje de que su maestro ha resucitado”.
En la Biblia no hay ninguna mención de que Jesús rechazara a las mujeres, indicó Ovalle, y la elección exclusiva de apóstoles varones se explica por la cultura androcéntrica de su tiempo.
Una Iglesia para todas y todos
“El papa Francisco no hizo una gran revolución, pero creó un clima”, opinó Geraldina Céspedes, doctora en Teología Sistemática, docente universitaria y misionera de la Congregación Dominica del Rosario. De acuerdo con la religiosa, las acciones del pontífice para reivindicar la participación de las mujeres en la Iglesia Católica son pequeñas, pero significativas.
“Los roles de las mujeres dentro de la Iglesia están limitados. El techo de cristal también está dentro de la Iglesia, porque hay puestos de dirección, de liderazgo, espacios de toma de decisiones a los cuales las mujeres que somos la mayoría cualitativa y cuantitativa dentro de la Iglesia no tenemos acceso”, mencionó. Las reformas jurídicas y litúrgicas introducidas por Bergoglio abrieron a las mujeres puestos que antes estaban reservados al clero, el cual está integrado únicamente por hombres.
De acuerdo con Céspedes, el ordenamiento patriarcal actual de la Iglesia es un producto de la institucionalización de la misma, herencia del Imperio Romano.
“La Iglesia primitiva no conocía esta discriminación. Lo ves en los primeros tiempos, donde hombres y mujeres participan por igual y el liderazgo de las mujeres es muy destacado en los orígenes de la Iglesia”, refirió Céspedes. “Ya cuando la Iglesia deja de ser perseguida y lo que hace es un acomodamiento al Imperio, las estructuras fundamentales del Imperio, dentro de las cuales está el patriarcado, entran dentro de la Iglesia”.
“Se necesitan todavía muchos cambios dentro del funcionamiento de la Iglesia, pero (los cambios hechos por el papa Francisco) son gestos que hacen pensar y que nos dicen que las cosas pueden cambiar ”, reflexionó la religiosa.
Sobre si, continuando por este camino, podríamos ver algún día a una mujer pontífice, Céspedes opinó que la solvencia moral y espiritual no es exclusiva de un solo sexo, pero apuesta por una reforma más profunda.
“Si es para mantener la misma estructura, no vale la pena, porque seguimos reproduciendo las dinámicas jerárquico-piramidales propias del patriarcado, y eso es lo que tenemos que cambiar”, agregó. “Se trata no de que estemos más las mujeres y menos los hombres, o más los hombres y menos las mujeres; se trata de una visión de Iglesia como comunidad, donde todas y todos cabemos. Donde te sientes en casa y donde no hay discriminación, ni hay exclusión. De eso se trata y ese es el mensaje liberador de Jesús”, agregó.
Participaron de esta nota

Jasmín López
Jazmín Lopez en su trabajo busca visibilizar las luchas de las mujeres. Fue lanzada en enero del 2020, tras dos años de un largo proceso de reflexión y creación que atravesó los caminos y cuerpos de sus fundadoras. Ahora es una media de comunicación feminista digital que hace periodismo e investigación desde la reflexión feminista cómo elementotransversal.
Queremos contar historias, romper con la victimización, aportar con nuevas y distintas narrativas, explorar distintos formatos, como una manera de dignificar la vida de las mujeres, desde el periodismo y la comunicación feminista.