
La psicología afirmativa, una respuesta al odio desde el orgullo LGBTIQ+ y la autoaceptación
Escrito por Violeta Cetino
Guatemala es uno de los países donde no existe una ley que penalice o prohíba las mal llamadas terapias de conversión, consideradas una tortura en otros lugares del mundo, que buscan desde la heteronorma cambiar la identidad de género y orientación sexual de las personas LGBTIQ+. Sin embargo, existen esfuerzos por contrarrestar estas violencias y preservar la salud mental de las poblaciones diversas desde la terapia de afirmación.

Alejandro Villafuerte es psicólogo clínico. Tiene 35 años y, aunque reside en la capital, es originario de Jutiapa. Cuenta con una maestría en prevención de violencia de género y abordaje psicológico de abuso sexual y trauma; y tiene un doctorado en psicología clínica.
Le gusta estudiar y eso lo ha motivado a especializarse en psicología afirmativa, de la cual habló con Ruda para ampliar la narrativa sobre las necesidades psicológicas específicas para la población LGBTIQ+.
¿Qué es la terapia psicológica afirmativa?
Desarrollada en 1982 por Alan Malyon, es el enfoque que valida en todo momento la orientación sexual e identidad de género de la persona, desde el argumento que no es una patología (síntomas y signos de una enfermedad) psicológica y que es parte de la diversidad humana.
Esta surge específicamente para la población LGBTIQ+ en repuesta a las formas negativas o de rechazo que hay contra la diversidad sexual, sobre todo cuando se empieza a patologizar la identidad de género y la orientación sexual no heterosexual y no cis (personas cuya identidad de género coincide con el sexo que se les asignó al nacer).
Fue un posicionamiento político a la vez que una terapia psicológica para afirmar la salud mental de las personas LGBTIQ+ y dejar de verlas como personas enfermas, patologizadas.
¿Esta surgió en contraposición a otros enfoques terapéuticos?
Sí. De hecho, en Guatemala lamentablemente todavía tenemos las terapias mal llamadas “de conversión”, que son los Ecosig (Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género), si bien no son pronunciadas de esa manera, los psicólogos sí están en la libertad de aplicarlos.
En muchos países los Ecosig ya son considerados una tortura, entonces basados en esas terapias que buscaban cambiar a la persona LGBTIQ+ nace la psicología afirmativa, como una contraposición a esos discursos.
¿Por qué es importante atender las necesidades psicológicas de las personas LGBTIQ+ desde este enfoque terapéutico?
La importancia está en el hecho de que todas las personas que yo atiendo, que han ido con otros psicoterapeutas sin el enfoque afirmativo, han sido estigmatizadas por su orientación sexual y su identidad de género. Se manejan muchos malos discursos, por ejemplo, problemas con la madre, con el padre, heridas de la infancia, que son posturas no científicas, consideradas pseudociencias.
Cuando la persona acude a una terapia afirmativa lo que va a encontrar es el respeto, la afirmación de su género y afirmación sexual, y desde esa postura empezar a buscarle solución a sus problemas conociendo el contexto, porque la manera en que se relacionan las personas trans no va a ser la misma como se relacionan las personas cisgénero, entonces en la terapia afirmativa lo que hacemos es contextualizar la experiencia para empezar los cambios.
¿Cuáles son las razones por las que se podría recomendar la terapia afirmativa?
La más importante es la despatologización, porque a pesar de que el 17 de mayo de 1990 se eliminó de todos los manuales la homosexualidad, en la actualidad mucho psicoterapeuta diagnostica como enfermedad el homosexualismo. Incluso, en los datos del ministerio de Salud, en la Sigsa (Sistema de Información Gerencial en Salud), todavía existen diagnósticos de homosexualidad y de identidad de género, como trans, incluso en infancias de 5 o 6 años, y eso lo considero alarmante porque cuando nosotros diagnosticamos una patología, tenemos que dar un tratamiento, si bien no de cura, por lo menos sí de mejoría. Por lo tanto, sí es importante este enfoque porque cuando se patologiza, se tiene que dar un tratamiento de cura y eso ya es una tortura. Pero, desde la terapia afirmativa nosotros no vemos ninguna problemática en ser LGBTIQ+, sino en el contexto de ser LGBTIQ+ en una sociedad.

La diversidad no es una enfermedad. Cuando se hacen los estudios, que tampoco tenían un fundamento científico de por qué las personas LGBTIQ+ estaban enfermas, la única base que tenían es “no son heterosexuales”. Una persona gay, lesbiana o bisexual, y que la bisexualidad estaba muy invisibilizada, se consideraba que eran enfermas mentales porque no eran heterosexuales. Este argumento se cae cuando se hacen investigaciones acerca de la reafirmación del género, de la vivencia de parejas LGBTIQ+ que sí viven felices, ese es el argumento que se tiene para poder entender la psicología afirmativa, que surge también en contraposición con la misma comunidad científica.
En tu experiencia, ¿cómo viven las infancias y adolescencias su orientación sexual cuando es acompañado/a de una terapia de afirmación?
Es totalmente diferente. He tenido la dicha de poder acompañar a las personas en todas sus edades, en contexto LGBTIQ+ y creo que el aporte más grande es el que pueden encontrar un espacio seguro donde no son estigmatizados.
Me ha pasado más con población trans que a veces viene, y por eso tengo mucha simbología LGBTIQ+ en mi clínica, porque a veces lo que hacen es señalar. Les digo, “¿Por qué vienes acá?”, y señalan cualquier elemento LGBTIQ+. Este espacio les hace saber que yo no les voy a juzgar y que lo que vamos a hacer es un acompañamiento de afirmación de quienes son, y no buscar, porque a veces los traen para que dejen de ser, y de entrada les digo a los tutores, en estos casos, que eso no va a pasar acá.
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¿La terapia afirmativa puede ser tomada por niñas, niños y adolescentes?
Sí. De hecho, es muy recomendable que se tome desde las infancias y adolescencias, porque se evitan procesos potencialmente traumáticos que la sociedad procura. Creo que las generaciones actuales tienden a hablar más tempranamente de su orientación sexual e identidad de género, pero todavía no hay un ambiente de total libertad.
Al menos, en el contexto guatemalteco, he tenido la dicha también de acompañar en el interior del país a otras personas y es mucho más difícil por el estigma y la discriminación, pero el efecto más grande que tiene es que si lo toman desde la infancia, van a tener un desarrollo más normalizado desde la salud mental.
Me toca llevar también ciertos procesos psicoterapéuticos con padres y madres, porque se descomponen en la clínica. “Yo no quiero que mi hijo / hija sea así”, ni siquiera nombran la identidad y eso es todavía más doloroso. Eso lo hago a solas, con el padre o la madre, porque puede ser vulnerable para las infancias y puede provocar más dolores de los que se están trabajando.
¿Cuáles son las mayores preocupaciones de las madres y padres de infancias que solicitan la terapia afirmativa para sus hijos e hijas?
Las preocupaciones las he visto más en madres. Los abordajes que he tenido con padres han sido muy poco emocionales, hay más rigidez y han sido de negación, sobre todo con identidades trans, cuando dicen, “Mi hija, mi hijo no es eso, solo está confundida o confundido”.
Por el lado de las madres, la preocupación más grande es el sufrimiento de sus hijas o hijos ante la sociedad. He tenido que acompañar a las personas en la crisis, porque creen que, por la identidad de sus hijas o hijos, ellas o ellos van a sufrir o la van a pasar mal. En el caso de las madres, se salen de su contexto y se ponen más en el sufrimiento de sus hijas e hijos. La preocupación no va hacia la identidad, sino hacia afuera. No quieren contárselo a la familia y es un secreto dentro del grupo familiar.
¿Podrías describirnos en qué consiste la mal llamada terapia de conversión?
Los Ecosig son prácticas con aparente vestuario psicológico para cambiar la orientación sexual y la identidad de género en las personas. La base que tienen es que la conducta se puede modificar, y eso es muy cierto, porque psicológicamente la conducta se puede modificar. Entonces lo que les enseñan es, por ejemplo, si yo soy gay, puedo dejar mis impulsos de homosexualidad, casarme con una mujer, crear una familia, y obviamente el cuerpo puede responder a los estímulos y tener hijos, y entonces llevar una vida heterosexual.
Ahora, desde la Organización Mundial de la Salud y la APA (Asociación Americana de Psicología), ya se han determinado como tortura estas prácticas, legalmente en algunos países están condenadas, a nivel mundial psicológicamente son éticamente no aplicables. México tiene sanciones incluso de cárcel, hay una iniciativa en Costa Rica, que son los países más cercanos; algunos estados de Estados Unidos y en Europa, la mayoría.
Quienes más practican esto en Guatemala son las religiones, las iglesias. En una iglesia de zona 11 hubo una vez una conferencia sobre la prevención de la homosexualidad, dirigida a padre y madres. En iglesias evangélicas es donde más se maneja el discurso del pecado y demonio asociado a la homosexualidad.
¿Cómo afectan la salud mental de las personas LGBTIQ+ las mal llamadas terapias de conversión?
En una encuesta realizada en México se determinó que de cada 10 personas que acudían a los Ecosig, 8 intentaban suicidarse. Los efectos que se han logrado determinar son: depresión mayor, trastornos de ansiedad, ideación suicida, autolesiones y aumento de consumo de sustancias.
¿Dentro de estas terapias se ejerce violencia sexual?
Sí. Hay un enfoque muy común en el interior del país, que son las “violaciones correctivas”. Cuando abusan sexualmente de la persona, que no lo llaman abuso, los familiares contratan a una persona para que violen sexualmente a sus hijas o hijos, bajo el argumento de que esto los “regresará” a su identidad heterosexual y cisgénero. El abuso también lo cometen familiares, que no son denunciados porque lo ven como una “cura” a su orientación sexual e identidad de género.
¿Cuáles son los riesgos que corren las personas LGBTIQ+ al acudir con psicólogos o psicólogas que tengan un enfoque sesgado o fóbico?
El riesgo más grande está en la vulnerabilidad de sus identidades, porque cuando una persona no tiene el expertise o la capacidad para trabajar con poblaciones como las personas LGBTIQ+, el sesgo que van a tener es tratarlo como una patología porque es lo que se maneja en nuestra sociedad, entonces esto puede devenir en grandes trastornos de ansiedad, de depresión, o incluso en ideación suicida, porque la persona llega a tener un concepto de lo que es o quien es, está mal y desde ese concepto va creciendo .
También la vulnerabilidad de los derechos, de no tener una atención de calidad y esto hace que el proceso se vea entorpecido por la falta de conocimiento.
¿Es necesario tener una certificación para brindar terapia bajo el modelo psicológico de la terapia afirmativa?
Opino que sí. Cuando en Guatemala nosotros egresamos como psicoterapeutas o psicólogos tenemos la licencia para trabajar todo tipo de terapias en todas las poblaciones, pero con algunos colegas coincidimos en que eso es muy irrespetuoso para las poblaciones porque tenemos que especializarnos de acuerdo con lo que vamos a ejercer.
Muchas veces el diálogo o el lenguaje que se utiliza en las terapias de afirmación son muy elementales. Por ejemplo, si la persona es no binarie, se hace necesario aprender a utilizar el lenguaje incluyente. A veces podemos vulnerar desde la mala práctica sin malas intenciones. Considero que sí tiene que haber estudios que soporten este abordaje, y que en Guatemala no existe como tal.
¿Qué te motivó a ejercer la psicología desde este modelo terapéutico?
La necesidad, porque cuando yo me gradué yo estaba trabajando por mi cuenta algunas terapias, y en ese entonces empecé a trabajar con una organización de personas trans, y aunque aplicábamos todo lo que había aprendido en la universidad, no era suficiente.
Empecé a introducirme en la literatura porque tuvo que haber sido por mi cuenta, pues en Guatemala no hay un programa como tal de terapia afirmativa. Saqué los cursos en México que me empujaron a tener un enfoque específico hacia la población LGBTIQ+ y desde allí me di cuenta de que se necesita algo muy específico y diferente a los abordajes de terapia individual que se dan.
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Eso llevó a que, en el 2018, por primera vez en una universidad, en la USAC (Universidad de San Carlos de Guatemala), se diera el curso de créditos académicos de Psicología LGBTIQ+. Lo hicimos en asociación con Visibles y la Escuela de Psicología de la USAC, desde entonces se sigue dando, no es parte del pensum, pero es una acreditación. Tenemos dos módulos, Módulo 1 y Módulo 2: en el 1 vemos el ABC de lo LGBTIQ+ y en el Módulo 2 se ven psicopatologías y terapias afirmativas.
El reto al que se enfrenta la psicología afirmativa en Guatemala es que cualquiera la pueda aplicar sin conocimientos, y que el Colegio de Psicología de Guatemala no tiene una legislatura específica que pueda prohibir las terapias de conversión. Entonces, una persona que aplique los Ecosig en Guatemala no puede ser condenada, porque no hay un sustento legal.
Hemos hecho algunas incidencias en el Colegio y otras áreas, como con la exdiputadas Sandra Morán, con quien teníamos la intención de tipificar a las terapias de conversión como una tortura, pero no se ha logrado.
Hay muchas barreras del mismo gremio en Guatemala. En grupos de WhatsApp de psicoterapeutas todavía se manejan burlas en contra de la diversidad sexual, memes que ridiculizan a las identidades LGBTIQ+, y nos hemos tenido que enfrentar a ellos. ¡Son grupos de más de 900 profesionales de la psicología! Es preocupante porque esas personas trabajan en terapias y sí tienen personas LGBTIQ+ a quienes atienden.
Participaron de esta nota
Violeta Cetino
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