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La lactancia materna como opción, no como obligación

Escrito por Violeta Cetino

Amamanté a mi hija durante tres años y tres meses, creo fielmente en los beneficios cerebrales, emocionales y físicos que ella obtuvo al gozar del provecho de mi tiempo y de mi leche. Sin embargo, no satanizo la lactancia con leche de fórmula así como tampoco idealizo la lactancia materna.

La mayoría de las mujeres hemos tenido dificultades de diversa índole al amamantar o intentar amamantar a nuestras crías. Cuando mi hija nació, en el hospital le dieron, sin mi consentimiento, leche de fórmula en biberón. Esto dificultó que la bebé se prendiera a mi pecho generando en mí frustración, debido a que yo deseaba alimentarla exclusivamente con leche materna. 

Afortunadamente, una de mis hermanas trabajaba como enfermera de neonatos en un hospital nacional, y con todos sus conocimientos logramos que finalmente la bebé dejara el biberón y se uniera al clan de bebés alimentados con leche materna. Otro factor que facilitó mi objetivo fue que yo decidí dejar de trabajar para dedicarme a la crianza de mi hija, una ventaja cada vez más difícil de alcanzar porque el aporte monetario de las mujeres fortalece la economía familiar. 

Pero tengo muy claro que no todas las mujeres tienen una hermana que es enfermera de recién nacidos y recién nacidas, o una red de de apoyo que goce de estos conocimientos, y que la mayoría de mamás no quieren o no pueden dejar de trabajar, porque eso desajusta el presupuesto familiar, o pausa el desarrollo profesional de muchas. 

Hay grupos pro lactancia materna que mencionan que para eso existen extractores de leche materna y maneras de congelarla para colocarla en un biberón y alimentar a las y los bebés mientras las madres no están con ellos. Pero, existen muchos factores que limitan esta opción. Para empezar, imagínate que estás en tu trabajo, que aunque cuentes con una hora de lactancia, tus pechos están a reventar de leche y tengas que esperar para poder extraerla en el baño de la oficina o lugar de trabajo, porque no hay salas para la extracción de leche, y mucho menos un refrigerador para congelarla. ¡Cómo no recurrir a la fórmula! 

También hay casos en que la lactancia representa un proceso doloroso para la madre, por el agarre incorrecto de la criatura al pecho, provocando irritaciones y hasta sangrado de los pezones; o cuando la madre no ve la lactancia materna como un momento de vinculación emocional con sus hijos e hijas, sino como una tortura, porque no está de más decir que el lactar requiere de tiempo y paciencia.

Muchos pediatras del seguro social me ordenaban complementar la lactancia con leche de fórmula bajo el argumento de que mi hija ganaría más peso, y así como no lo hice y defendí mi lactancia exclusiva de manera informada, también las madres que deciden no lactar a sus bebés con leche materna están en todo su derecho de no hacerlo, sin que se les juzgue o señale por eso. 

Me documenté sobre alimentación neonatal, acudí a grupos de apoyo a la lactancia, escuché conferencias con respaldo científico, escuché a mi corazón deseoso de amamantar y seguí el ejemplo de mis ancestras. Veo los beneficios que la lactancia materna tuvo en el desarrollo de mi hija, pero también veo niños y niñas felices y desarrollados que fueron alimentados con todo el amor del mundo a través de un biberón. 

Creo que es más importante nutrir a nuestros hijos e hijas con amor y disposición a través de un biberón y no con sufrimiento, dolor, o desesperación a través del propio pecho.

Participaron de esta nota

Violeta Cetino

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