Tintas

La era de la reclamación

Escrito por Ashley Salazar

El viernes 30 de mayo, Taylor Swift recuperó los derechos de sus primeros seis álbumes. Pero, ¿qué es el máster y qué implicaciones tiene en la industria musical?

Para más contexto, un máster es la primera grabación de un audio de la cual se hacen ventas y se distribuyen. La o el propietario de este máster, por lo tanto, es propietario de todas estas copias, así como de las versiones que se ponen en plataformas como Spotify, en CD y vinilos, y como versiones en plataformas de streaming (Price, 2024).

Por mucho tiempo se ha hablado de la estrella. La mujer que hizo que el mundo girara a su alrededor, con fans de todo el mundo coreando sus canciones en el Eras Tour. Brazaletes de la amistad, confeti de conciertos y millones de discos vendidos.

Sin embargo, mientras todo brillaba para Swift, siempre había una sombra detrás de este maravilloso legado: su antiguo catálogo musical.

Esta historia del cazador y su presa se remonta a junio de 2019, cuando Big Machine Records (antigua disquera de Swift) fue adquirida por otra empresa, vendiendo así los derechos de sus primeros seis álbumes a Scooter Braun —ex mánager de estrellas como Justin Bieber y Ariana Grande-.

El 30 de junio de 2019, Swift publicó un mensaje en su cuenta de Tumblr afirmando que “El mensaje enviado fue claro. Básicamente, sé una buena chica y cállate, o serás castigada”, (@taylorswift, 2019).

A raíz de esto, Taylor decidió aprovechar los vacíos en su contrato musical y anunció que regrabaría y relanzaría todos sus álbumes anteriores a 2018. Los álbumes regrabados que Taylor ha lanzado desde 2019 son completamente de su propiedad, así como las tres regrabaciones de sus anteriores discos: Fearless, Red, Speak Now y 1989, con la característica que llevan entre paréntesis el Taylor’s Version (la versión de Taylor) para que los fans puedan identificar las versiones originales.

Finalmente, luego de un tour exitoso, una película de ese mismo tour, dos álbumes nuevos y 4 regrabaciones, los fans estaban esperando con ansias saber cuál era la siguiente regrabación, si sería el primer álbum publicado llamado Taylor Swift (apodado por sus fans denominados “Swifties” como Debut) o Reputation. Sin embargo, el viernes 30 de mayo, Swift sorprendió al mundo publicando un mensaje en donde da a relucir su emoción por finalmente obtener el dominio de toda su música, incluyendo las versiones nuevas y las originales de sus álbumes más famosos.

“Toda la música que he hecho… ahora… me pertenece”, escribió la artista en una carta escrita a mano en su página web. Afirmando también que está compra de aproximadamente 360 millones de dólares incluye los videos musicales, las películas de sus conciertos, el arte y la fotografía de sus discos, junto con canciones no publicadas.

Esto es un precedente no común en la música. El hecho de que una mujer tenga tal impacto debe ser celebrado y respetado. Este movimiento tan audaz hace que las leyes y contratos de propiedad de los artistas cambien significativamente, dándole más control a los artistas con respecto a su arte y cómo pueden proyectarlo mejor, creando una concienciación y defensa de derechos similares dentro de la industria. Sobre todo, los fans se sienten más conectados con la lucha de Swift por tener el control creativo de sus obras.

Como Swiftie desde 2012, este logro es completamente emocionante y sentimental; Taylor representa una conexión emocional para cualquier persona que escuche su música. Por medio de su escritura, ha mantenido una base de fans leales. Pero creo que no solo es eso. Su música transmite diferentes emociones, describe diferentes etapas en la vida de una persona. Su música es nostalgia entretejida en las melodías y la rima.

Tratar de poner esto en palabras me ha costado mucho, no lo negaré. Se supone que las palabras son mi área de pericia.

Crecí escuchando a Taylor Swift. Mi primer recuerdo de ella es verla en la pantalla 3D del concierto de los Jonas Brothers en el cine. Claro, que al inicio mi yo de 8 años solo vio a la chica que salía con Joe Jonas. Luego, recuerdo que mi tía tenía un iPod verde en donde se miraba la portada blanca de “Fearless” cada vez que encendía iTunes. En la televisión, en Boomerang, canal 5, pasaban el Speak Now Tour a la 1 de la tarde mientras yo estaba de vacaciones del colegio.

Crecí con ella y su música.

Hay algo muy especial entre un fan y un cantante. Taylor Swift tiene algo que muchos artistas no tienen, y es un lazo especial, único e irrevocable con sus fans. Aunque a veces no entendamos las decisiones que toma —y creo que esto se debe porque es intimidante ver cómo una mujer inteligente y maravillosa toma decisiones sobre su propio legado—; seguimos esperando su siguiente movimiento.

Las estaciones cambiaron. Conocí amigos y perdí algunos. Terminé la universidad y Taylor Swift seguía siendo parte de mis listas de reproducción. Taylor puede conectar con quien la escuche con detenimiento, con aquellas almas que buscan un poco más de sentimentalismo y dramatismo. Taylor pone en palabras lo que algunos tardamos años en descifrar o escribir. Ya sea en su versión original o con las nuevas versiones, Taylor Swift siempre sabe cómo encontrarte, cómo tocar tu alma y como calmar esas inquietudes que no sabías que tenías.

Lo más notable de Taylor es su atención al detalle. Sus letras reconocen algo que algunas veces es ignorado. Sé y estoy segura de que en muchos años la gente dirá: “Imagina haber estado vivo en la era en la que Taylor sacaba música”, pero experimentarla en el presente es insuperable y mágico. 

Creo que hay mucho que agradecerle, mucho que aprender y darle sus flores. Han existido muchos artistas. Pero creo que nunca había conectado tanto con una artista como lo hice con Taylor Swift.

Y como una canción folk, su impacto y su legado quedarán para la eternidad.

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Ashley Salazar

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