El 8 de marzo del 2024 fue la primera vez que asistí a la marcha. Con entusiasmo me preparé, investigué acerca de los bloques participantes e incluso diseñé una playera con la consigna “libres, poderosas, ¡VIVAS Y SIN MIEDO!” para utilizar con orgullo ese día.
Valeria Pedraza Benavides.
La participación activa de la sociedad civil guatemalteca en la elección a gobernadora o gobernador departamental, es crucial para el fortalecimiento de nuestra democracia.
“El poder poético es tuyo, lo sabés, lo sabemos todos los que te leemos…”
Una, como mujer artista, genera incomodidad en los espacios, y más si estos son mixtos. Puedo confesar que da mucho enojo cuando después de una lectura te “aclaran” que “hablar de tu cuerpo no es arte”, cuando compartís mesa y sos testiga de situaciones de abuso por parte de representantes de derecho, y más cuándo te cuestionan si lo que haces solo es agenda por cubrir una tendencia.
Si naciste en el año dos mil y como yo eras una niña a quien le gustaban las cosas consideradas como “femeninas", seguramente creciste viendo como en todas las películas la antagonista era quien compartía tus gustos. Esto es problemático, pues pintaba a las mujeres que tanto en sus acciones como en sus gustos se adherían a la feminidad tradicional, como “superficiales”, “poco inteligentes” y “malintencionadas”. Muchas fuimos víctimas de este misógino discurso de Hollywood y comenzamos a rechazar o a menospreciar a otras mujeres sin darnos cuenta. Durante años, fingí que solo me gustaban las películas de acción para ser “diferente” cuando, en realidad, mi película favorita era La novicia rebelde.
Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana. En su memoria, se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer cada #25N, como se acordó en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe celebrado en Bogotá, Colombia, en 1981.
Muchas regresan con sus familias, a otras simplemente no las vuelven a ver. Vivimos en un país donde, además de protegernos del acoso callejero, los índices de desapariciones de mujeres y secuestros nos mantienen alerta y obligadas a cuidarnos cada vez que salimos. Aunque pueden ser provocadas por cuestiones como la violencia doméstica, no siempre hay motivos para ser secuestradas, como si de un objeto se tratara, para ser llevada a la fuerza por trata de personas.
En medio del sombrío panorama que a menudo enfrentan las defensoras de derechos humanos, es vital reconocer y relatar las historias de aquellas mujeres valientes que han dedicado sus vidas a la lucha por la verdad y la justicia. Estas historias no solo constituyen un ejercicio del derecho a la memoria, sino que son una respuesta y denuncia frente a la criminalización que a menudo enfrentamos a manos del Estado.
Después de más de 3 semanas de Paro Nacional Indefinido en Guatemala, hay muchos pensamientos que como guatemaltecas y guatemaltecos pueden venir a nuestra mente. Pero entre las cosas que más ha resonado en mi interior fue verlas muestras de solidaridad y valentía de cada persona que ha puesto su granito de arena para llevar este deseo de libertad y democracia a cada uno de los rincones de nuestro país. Ahora más que nunca me siento orgullosa de ser guatemalteca.
Al enterarme sobre la despenalización federal del aborto en México, frente a mis ojos no vi más que esperanza. Comprendí que Guatemala y sus diversos feminismos están en camino hacia garantizar la salud sexual y reproductiva. En el libro Marea Verde y El Derecho al Aborto, las autoras María Fernanda Telléz Girón García y Tania Gonzáles Kazén, señalan que el aborto no debe ser un dilema ético o moral, sino un asunto de justicia y bienestar público. El libro además expone la estrecha relación entre el Estado y la estigmatización de los derechos de las mujeres, tejiendo falsos argumentos que rodean la interrupción del embarazo y los roles de género impuestos por la visión heteropatriarcal.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Esta es una problemática que presenta uno de los desafíos más grandes a nivel global en materia de derechos humanos.
Me es casi imposible separar mi vida personal de mis textos, no me siento con la capacidad de hablar de aquello que no siento en los huesos.
Después de la pandemia de COVID-19, los discursos de odio se han recrudecido. Estos han sido promovidos de manera persistente por distintos actores, como los gobiernos, las instituciones públicas y privadas y otras organizaciones. Ellos difunden incluso información falsa contra una persona o grupo según su comunidad, etnia, nacionalidad, género, orientación sexual, religión o discapacidad.
Desde los 14 años de edad supe que era infértil. Me quitaron los ovarios y con eso toda la posibilidad de poder tener hijes de manera natural. Debido a mi corta edad, esto no fue relevante para mí en su momento. La idea de tener hijes era lejana y abstracta que lo único que importaba era evitar los riesgos de salud implicados con tener mis ovarios en la condición en la que estaban. Conforme fui creciendo, la presión de tener una familia aumentó y se convirtió en una realidad extremadamente dolorosa para mí.
Somos todas esas voces que piden justicia,
Por Alejandra Anderson
Por: Sara Pérez