
Abrazos de mamá: el apoyo de dos madres contra el odio hacia la población LGBTIQ+
Escrito por Jasmín López
Aunque el desfile de la Diversidad Sexual e Identidad de Género es conocido por ser integrado, en su mayor parte, por juventudes LGBTIQ+, también se unen mujeres mayores que, rompiendo con la mentalidad conservadora caminan junto a sus hijxs a quienes aman tal y como son.
Lizbeth tiene 38 años, le gusta pintar en libros de colorear y lleva más de una década siendo policía de tránsito. Trabajó el 30 de junio, asueto nacional del lunes, para reponer el sábado, día libre que pidió adelantado para acompañar a su hija Izabel, quien es lesbiana, en el desfile del Orgullo LGBTIQ+ realizado el pasado 28 de junio.
Con un cartel dibujado a mano, un poco improvisado, Lizbeth ofrece “abrazos de mamá”, a quienes los necesiten: lxs que vinieron aquí solxs, quizás a escondidas, lxs que no cuentan con una familia que lxs apoye y que lxs defienda a capa y espada, como ella está dispuesta a hacerlo por su hija.
Es el primer Pride de ambas. “Yo llevo casi un mes preparándome, qué me voy a poner, qué vamos a hacer”, cuenta Izabel. Sus párpados están adornados con gemas de fantasía y sombras rosadas, lleva un abanico arcoíris y un overol de lona en el que pintó corazones y una bandera lésbica. “Yo no le entiendo a nada de eso, yo le digo: ´vos desciframe eso porque yo no lo sé´”, añade Lizbeth, su madre, refiriéndose a los símbolos, colores y términos utilizados en la población LGBTIQ+.
Lizbeth creció en una familia machista y religiosa donde, como a la gran mayoría de las y los guatemaltecos, le inculcaron los valores tradicionales de la uniformidad y el rechazo a lo diferente. El amor de madre es lo que la hizo transformar esa mentalidad, comparte. Quiere una vida diferente para su hija, sus nietas y nietos, en la que puedan ser libres.
Izabel tiene ahora 19 años, una gata llamada Anaisha y abundantes intereses, entre los que están la fotografía, el tejido y la pintura. Desde niña supo que su identidad se salía de los rígidos estándares sociales. “Muchas veces me llegué a cuestionar si estaba haciendo cosas malas, porque (la familia de mi papá) me decía que a Dios no le gustaba eso”, relata. “Mi mamá desde siempre me ha dicho ´cuando tengás un novio quiero que me digás, para aconsejarte’. Pero yo decía ¿qué le voy a decir cuando en vez de novio sea novia?”, agrega.
“No tenía el valor para decírselo a mi mamá.” continúa. “Pero cuando ella lo supo me dijo que estaba bien, que ella me iba a amar tal cual”, recuerda.
Tener el apoyo de su madre es liberador, explica. Por su parte, Lizbeth recomienda a las familias con integrantes de identidades disidentes que los quieran y acepten. “Si los papás o las mamás no los quieren, la sociedad menos los va a querer. Son otros tiempos, las cosas han cambiado, no todo lo diferente es malo”, dijo. Su cartel es una invitación a que, al menos por un día, la gente se sienta querida.

Un espacio seguro
“Yo crecí en una familia católica, conservadora, militar”, cuenta Andre, de 44 años de edad y maestra de profesión. “Creo que por eso mismo me di cuenta de los fallos de ese sistema”, relata.
Desde una acera en la Sexta Avenida de la zona 1, observa la marcha junto con sus hijxs. A pesar de los patrones aprendidos durante su propia crianza, en su hogar Andre ha logrado crear un ambiente de confianza en el que la sexualidad y las expresiones divergentes no son un tabú. Considera que es importante tener una red de apoyo desde la familia para tomar decisiones guiadas e informadas, en un ambiente seguro.
“Es muy importante que (las juventudes) tengan una persona adulta con quién abocarse, y que sientan ese apoyo, que no sientan vergüenza”, opina.
La religión del amor
Ninguna de las hijas de Carmen pertenece a la comunidad de la diversidad sexualy de género, pero tienen amigxs que sí. Por ellxs Carmen -madre de familia, católica, de la tercera edad- se unió al Desfile de la Diversidad sexual. Carmen creció en una época en la que, sin mucha diferencia de la actual, prevalecía el prejuicio contra las identidades disidentes. En sus palabras, eran vistxs como “una abominación” .
“¿Cómo vamos a creer en Dios si pensamos así?”, cuestiona. “No son bichos raros, son personas que se merecen respeto”, añade.
Mientras a otras personas su fe las motiva a odiar, a Carmen la impulsa a unirse a este movimiento en defensa de los derechos humanos. Lleva una cartulina que reza: “¿Puedo darte un abrazo de mamá?”. Antes de irse y perderse entre el mar de gente, colores y vivencias del Desfile, comparte un último mensaje para los jóvenes: “Que sean felices, que no tengan miedo. Todo va para adelante, primero Dios. Más adelante todo va a ser mejor”.
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Jasmín López
Jazmín Lopez en su trabajo busca visibilizar las luchas de las mujeres. Fue lanzada en enero del 2020, tras dos años de un largo proceso de reflexión y creación que atravesó los caminos y cuerpos de sus fundadoras. Ahora es una media de comunicación feminista digital que hace periodismo e investigación desde la reflexión feminista cómo elementotransversal.
Queremos contar historias, romper con la victimización, aportar con nuevas y distintas narrativas, explorar distintos formatos, como una manera de dignificar la vida de las mujeres, desde el periodismo y la comunicación feminista.