Sandra Xinico Batz
Sandra Xinico Batz
artículos
La educación puede liberarnos o atarnos. El sistema educativo en Guatemala (en todos sus niveles) ha sido un instrumento ladinizador que ha recurrido a la mediocridad para que su metodología de sometimiento dictatorial no falle, garantizando así que no aprendamos a dudar, a no crear pensamiento crítico y evitar que hagamos conocimiento. Nuestras cabezas son saturadas de órdenes, datos, mentiras, estereotipos, teorías que repetiremos literalmente para comprobar que sabemos, aunque en realidad no hayamos entendido nada porque memorizar o repetir no es invención.
La historia es una forma de aprendizaje, de estar presentes, de legar nuestra existencia, de mantener viva la memoria de nuestros pueblos, de nuestras colectividades, de conocernos realmente como somos. La historia devela la injusticia, la desigualdad, la impunidad; esta es parte de su importancia. Reconocernos, plasmarnos y vernos en la historia es una forma de justicia para quienes hemos sido excluidas desde hace siglos. Reconstruir y conocer nuestra verdadera historia es una necesidad, para evidenciar las mentiras, para romper con los estereotipos racistas y machistas que nos atan a una versión de la historia en el que nuestros pueblos se reflejan como derrotados y en el caso de las mujeres por ser mujeres e indígenas hemos sido relegadas al anonimato, ausentes del registro de la historia, condenadas a ser invisibles, pretendiendo hacernos seres despojables de todo.