
Radiografía de un femicidio: el caso de Juana Raymundo Rivera
Escrito por Paolina Albani
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La historia del asesinato de Juana Raymundo Rivera está marcada por las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres, por la sumisión, misoginia, posesión, cosificación que se tiene sobre el cuerpo de las mujeres como objetos de consumo; elementos que, a la vez, perpetúa el patriarcado. Esto llega a tales extremos que la posibilidad de salir impune de este tipo de actos violentos, es elevada.
De acuerdo con la investigación, en la región Ixil, de donde era originaria Juana, las mujeres mayas se exponen a una triple violación de sus derechos por ser mujeres y por la situación de desigualdad en las que viven debido a las dinámicas políticas, sociales y culturales, que en este caso, tendieron la base para ejecutar un crimen en contra de una mujer.
A más de un año de la sentencia condenatoria del caso y en el marco del “Día de la No Violencia contra las Mujeres”, relatamos los hechos que antecedieron la muerte de la activista de la rama de “Juventud” de CODECA y que llevó a los investigadores a situar a su femicida, un expastor evangélico, en el centro de la atención.
El femicidio

En la madrugada del 28 de julio de 2018, una pareja de cincuenta años se dirigió a ver un terreno en la aldea Cambalam, en Nebaj, Quiché, a 320 kilómetros de la Ciudad de Guatemala. En las proximidades, un grupo de personas de una iglesia evangélica que realizaba bautizos en el riachuelo del lugar, les advirtió que no avanzaran porque del otro lado del río “hay un muerto”.
Pero la curiosidad pudo más. Con sigilo se acercaron al lugar donde vieron el cuerpo de una mujer. No la reconocieron porque su rostro estaba de cara al monte. La escena los conmocionó y de inmediato, empezaron a llamar por teléfono a Juana Raymundo Rivera, pero ninguna de sus llamadas fueron contestadas.
A eso del mediodía, pasó un microbús que iba de la aldea Cotzol hacia la aldea Vijolom I, en Nebaj. Mismo vehículo en el que Juana viajaba todos los sábados después de terminar su turno de trabajo en el Centro de Convergencia de Cotzal, para pasar el fin de semana con su familia. Pero Juana no iba a bordo. La pareja, familiares de Juana, empezó a alarmarse.
Así que regresaron al riachuelo con la intención de ver el cadáver de cerca, pero el Ministerio Público (MP) cercó la escena del crimen y no los dejó pasar. Fue hasta que movieron el cuerpo que reconocieron el traje que llevaba la persona tendida sobre el monte. Era Juana.

En la escena del crimen y sus alrededores se encontró un zapato de color azul a tres metros del cadáver y un cincho de cuero de color negro, sin hebilla a una distancia de 10 metros.
El cuerpo está semidesnudo del tórax para abajo, tenía heridas en el lado izquierdo de la nariz, en el labio inferior, cerca del cuello, la mandíbula. También tenía algunas heridas en la mano derecha que la necropsia revelaría como un indicio de que peleó por su vida. La apacible Juana había sido asesinada.
El expastor de la comunidad

En medio de las diligencias que los padres de Juana tenían que efectuar para el reconocimiento del cadáver en el Hospital Regional de Quiché, apareció un hombre moreno, de 1.55 metros de altura, con quien la familia Raymundo Rivera habían tenido roces en el pasado. Este los llevó en su pickup de doble tracción y de color gris. El hombre era Jacinto Brito Raymundo, un antiguo pastor de la Iglesia Evangélica Emmanuel, ubicada en Vijolom I, Nebaj, aldea en la que vivían los familiares de Juana. Pedro.
Al día siguiente del asesinato, a eso de las 10:00 de la mañana, aparece nuevamente Jacinto Brito Raymundo en el interior del hospital mientras los investigadores del MP tomaban la declaración del padre de Juana. Este manifestó ser uno de los líderes de CODECA en el municipio de Santa María Nebaj y proporcionó sus datos para cualquier información.
Más adelante, el 18 de septiembre, fue entrevistado por el MP. Con su declaración quiso despistar a los investigadores, de manera que nadie pudiese involucrarlo con el femicidio.

Los resultados de la necropsia arrojaron que Juana Raymundo Rivera murió a causa de un edema cerebral con hematoma subdural secundario y por un trauma craneoencefálico. Además, tenía señas de haber sido abusada sexualmente minutos u horas antes.
Juana fue velada y enterrada entre el 29 y el 30 de julio en Vijolom I. Los investigadores buscaron indicios en el cantón de Salquilito, lugar en donde pernoctaba la víctima entre semana. Allí encontraron dos pruebas de embarazo con posible resultado positivo, un blister de pastillas de fumarato ferroso y un tubo de clotrimazol 2%, utilizado para tratar infecciones por hongos vaginales, y dinero en efectivo.
En la habitación no encontraron evidencias de que Juana hubiese pasado la noche del 27 de julio de 2018.
Testimonios incriminatorios contra un femicida
Con el paso de los días, los investigadores conocieron más de la personalidad y comportamiento de Juana Raymundo Rivera. Nadie tenía una mala impresión suya y tampoco tenía enemigos, aun cuando en un inicio se creyó que su asesinato podría estar vinculado a una venganza por su participación en las filas de CODECA.
“La muerte de ella nos sorprendió porque era una persona tranquila respetuosa cumplida y muy reservada para los asuntos de trabajo, debido a que nunca le conocimos algún amigo, pretendiente o novio. Hasta donde tengo conocimiento, ella nunca entabló una conversación con algún compañero de este distrito”, refirió Daniel Velasco López, jefe de enfermería en el Centro de Convergencia de Cotzol.

Otros vecinos no dieron mayor información, solo indicaron que ella llegaba cada semana a Vijomol I, pues trabajaba en el servicio de salud de Cotzol. Todos coincidieron en algo: desconocían si Juana tenía novio o pareja.

Gallego Cobo tenía un año de trabajar con ella y aseguró que se llevaban bien, pero que no conocía detalles de su vida personal porque Juana era muy reservada. El enfermero dijo que dos semanas antes de su muerte, la vio llegar en un pickup gris con vidrios semipolarizados. En Cotzal, un carro de ese tipo es común en el transporte público, de lo contrario, nadie en la comunidad tiene un vehículo así. Pero no le preguntó nada porque pensó que podría molestarse.
Miguel Gallegos Cobo y Juana Raymundo Rivera tenían como labor realizar un informe de vacunaciones cada mes y entregarlo en el Hospital Distrital de Nebaj. El miércoles 25 de julio de 2018, empezaron a elaborarlo en la casa de Juana en el cantón Salquilito. Como ya era tarde, Gallegos le propuso a Raymundo que terminaran el informe al día siguiente, pero ella se negó pues dijo tenía que estar en Nebaj a las 6:00 de la mañana. Continuaron hasta las 8:00 de la noche, pero no terminaron el documento sino hasta el mediodía del 26.
El 26 de julio, Juana fue al Hospital Distrital de Nebaj a entregar los informes, pero tuvo que regresar el 27, por un error en el texto.
El último contacto que Miguel Gallegos Cobo tuvo con la víctima fue el viernes 27, a las 6:00 de la tarde, mediante un chat del trabajo, en donde Juana compartió los resultados de una prueba de embarazo efectuada a una paciente. Casi a la misma hora, ella se comunicaba con su madre para hacerle saber que pasaría la noche en Nebaj y que llegaría a Vijolom I al día siguiente.
El enfermero supo de la muerte de su compañera a las 7:00 de la noche del 28 de julio.
Algunas personas aportaron testimonios sobre la relación entre Juana Raymundo Rivera y Jacinto Brito Raymundo. Sus identidades fueron omitidas por los investigadores del MP para asegurar su protección.


Juana conoció a Jacinto cuando ella atendía un puesto de recargas para celulares. Él le pidió su número con una excusa y meses después, la “amistad” con el pastor del pueblo, que le llevaba 14 años, se convirtió en una relación sentimental y sexual que duró hasta el último día de su vida.

A lo largo de la investigación, los testigos aportaron diferentes fechas de los años en los que la relación pudo haber iniciado. La misma Juana contó a su única amiga cercana -la testigo A- que todo empezó en 2011, cuando ella tenía 18 años. Los padres de la víctima refirieron que ellos ya eran pareja cuando ella tenía 15 o 16 años. Incluso, algunos medios de comunicación han indicado que la relación comenzó cuando ella tenía apenas 12 años.
El MP aseguró que la relación inició en 2012.



Brito Raymundo le inyectó a Juana Depo-Vera, un anticonceptivo trimestral para prevenir embarazos, según la testigo A.
Juana silenciada y bajo control

La edad de Juana y el secretismo de la relación con Jacinto Brito no era el único problema en la relación, sino la violencia y el control que ejercía sobre ella.
Otra de las testigos relató que Jacinto Brito Raymundo violó a Juana Raymundo cuando era menor de edad, situación que ella negó cuando sus padres se enteraron de la relación que sostenían.
La molestia del padre de Juana y su madre fue tal que hicieron un acta notarial de conciliación que incluyó una indemnización por daños y perjuicios. Después de esto, Juana y Jacinto se separaron, pero solo en apariencia. Once meses antes de su muerte, sus padres se dieron cuenta de que la relación continuaba y le exigieron que se hiciera una prueba de embarazo. El resultado fue negativo. Juana les manifestó su consentimiento de continuar con Jacinto, pero ellos estaban muy ofendidos.


La relación que era un secreto, no pasó desapercibida y pronto Juana se vio asediada por la hija de Jacinto Brito Raymundo, quien no perdía la oportunidad de insultarla y recriminarle su relación. Ni la desaprobación de las familias consiguió que el expastor se alejara de ella y siguieron viéndose “a escondidas”.
Jacinto era quién controlaba la relación y, en ocasiones, parecía que Juana ya no quería estar con él. Así lo deja ver el siguiente testimonio.


La testigo mencionó que un fuerte lazo para seguir en comunicación fue CODECA, pues Jacinto fue quien la incorporó a la agrupación.

No fue la única ocasión que los celos de Jacinto Brito Raymundo salieron a la luz. En otra reunión de CODECA, esta vez en Escuintla, se hicieron grupos de trabajo y este se puso celoso porque en el grupo de trabajo de Juana había otros hombres.
Durante la relación, Jacinto Brito le prometió a Juana que le construiría una casa en un terreno que estaba a tres horas de distancia de Vijolom I, pero Juana sabía que las tierras eran de su esposa, quien lleva casi el mismo nombre: Juana Raymundo Guzmán.
Los testigos describen a Juana Raymundo como una persona naturalmente callada, pero no se sabe a ciencia cierta si lo era por el control que Jacinto Brito ejercía hacia ella, para evitar que la comunidad supiera que el líder religioso tenía una relación fuera del matrimonio y que era mucho menor que él.

Reconstrucción de un femicidio

En el momento que apareció su cuerpo, la noticia trascendió inmediatamente a nivel nacional, a través de redes sociales. En ese contexto, había ocurrido una serie de crímenes y asesinatos contra activistas de CODECA y otras organizaciones campesinas. El de Juana despertó más indignación.
https://www.facebook.com/watch/?v=1753324631452035
Varias instancias internacionales se pronunciaron, ya que a esas alturas del año, habían sido asesinadas otras cinco personas de la misma organización y dos del Comité Campesino del Altiplano. Juana acababa de ser electa como parte del Comité Ejecutivo Municipal del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), instrumento político de CODECA. Dos días después, el MP abrió una mesa técnica, para que se pudiera coordinar y facilitar el trabajo de investigación.
El 21 de marzo de 2019, ocho meses después del femicidio, el MP presentó la reconstrucción de los hechos del 28 de julio de 2018 y la acusación en contra de Jacinto Brito Raymundo ante el Tribunal de Femicidio de Santa Cruz del Quiché.
Para los investigadores del MP, la muerte de Juana Raymundo Rivera se divide en dos momentos.


El Ministerio Público acusó a Brito de misoginia y/o menosprecio hacia la mujer al haber asesinado a la activista, haberla dejado semi desnuda del tórax para abajo, y por haberla dejado “por un lado” después de lanzarla a un río, simulando con la familia de la víctima que no había pasado nada.
Sepultan a Juana Raymundo de 25 a, en la comunidad Vijolom I, #Nebaj, #Quiché. Era integrante de un grupo juvenil de CODECA, enfermera y parte del Comité Mpal del Movimiento para la Liberación de Los Pueblos. Fue secuestrada, torturada y asesinada el 27/07. 📸Juvenal Quispe. pic.twitter.com/3qYaCjI7VQ
— Santiago Botón 🇬🇹 (@SantiagoteleSUR) July 30, 2018
Los querellantes del caso, el Centro Para la Acción Legal en Derechos Humanos (CALDH), realizaron un informe para explicar la dinámica de control y poder entre hombres y mujeres, y cómo esta ha contribuido en perpetuar la violencia contra la mujer.
Néstor Solano, abogado defensor por parte de CODECA de Jacinto Brito, utilizó estrategias de defensa basadas en los tiempos y argumentó que “él no pudo haberle hecho el sexo a Juana y después matarla en el tiempo que los querellantes afirman” y que no podía haber hecho esto en medio de la oscuridad. Otra estrategia que buscó, no solamente para perpetuar la violencia ejercida contra las mujeres, fue colocar a Jacinto como uno de los principales afectados del femicidio pues él “perdió» con la muerte de Juana. “No es cosa fácil encontrar a una mujer como ella, con esas características”, según una nota de Prensa Comunitaria.
CODECA a través de Leyria Vai, aseguró en entrevista a Prensa Comunitaria, que la organización no pagó la defensa de Brito y que decidieron dejarlo solo “para que pudiera enfrentar el proceso según lo establece la ley”. También dijo que en los demás casos de crímenes contra su organización, la justicia no ha avanzado.
Desde el principio, Jacinto Brito eligió la coartada de que la acusación en su contra era un “ataque político”, por lo que las líneas de la investigación también indagaron esa posibilidad, según confirmaron los abogados de la familia de Juana, pero esta posibilidad quedó descartada.
El femicida de Juana se declaró inocente todo el tiempo. Llegó a controlar de tal manera la vida y el cuerpo de Juana que, él llevó sus restos al cementerio en el mismo vehículo en el que la llevó a la muerte.



El 24 de septiembre de 202o, el Tribunal de Femicidio de Santa Cruz del Quiché sentenció a Jacinto Brito Raymundo, en uno de los procesos penales más rápidos en la historia de la justicia guatemalteca.
Para el 3 de marzo de 2021, la Sala Regional Mixta de la Corte de Apelaciones de Quiché, confirmó la sentencia y rechazó un recurso de apelación del sindicado. Por la comisión del delito de femicidio se le impone una pena de 50 años de prisión inconmutables y por el delito de violación se le impone la pena de 12 años de prisión también inconmutables, lo que suman una pena total de 62 años.
Juana en la memoria colectiva como reparación digna

La organización Mujeres Transformando el Mundo (MTM) propuso las medidas de reparación digna a favor de la familia de Juana Raymundo Rivera y de la comunidad de la que fue originaria, y el tribunal aceptó. Quizá una de las más importantes es la difusión de la sentencia a través de la radio, además de:
1.El pago de 24,805.70 quetzales a la familia de Juana Raymundo Rivera para resarcir el daño material.
2. Jornadas por la Unidad de Prevención de la Violencia de la Municipalidad o del 3. Ministerio de Gobernación para abordar temas de prevención de violencia contra la mujer en la aldea Vijolom I del municipio de Santa María Nebaj.
4. Se debe colocar la bandera a media asta en la Municipalidad cada 8 de marzo y 25 de noviembre de todos los años, para recordar la muerte de Juana y que nunca más se dé el femicidio de ninguna mujer.
5. El Ministerio de Salud de la aldea Vijolom I deberá colocar una placa conmemorativa con el nombre de la víctima.
6. El Ministerio de Educación debe otorgar 24 becas a las señoritas o niñas de la aldea y de los municipios de Santa María Nebaj a San Gaspar Chajul y San Juan Cotzal para estudiar enfermería y que emita el acuerdo correspondiente.
7. Difundir mediante spots radiales el contenido de la sentencia.
Que el Ministerio de Educación y de Salud otorguen a las escuelas de la aldea charlas sobre la prevención de la violencia contra la mujer, derechos sexuales y reproductivos, además de los derechos innatos contenidos en la Ley de protección a la niñez y la adolescencia y la Ley contra el femicidio y otras formas de violencia contra la mujer.
8. Que los centros de salud del área extiendan asistencia psicológica durante el tiempo que dure la condena, a la familia del acusado.
9. Que el Ministerio Gobernación garantice que la familia del acusado no intimide, amenace o menoscabe algún derecho de la familia de la víctima.
#Nebaj#8M Como parte de las medidas de reparación digna que se dictaron al condenar a Jacinto Brito con 50 años de prisión por femicidio y 12 años por violación sexual en contra de Juana Raymundo Rivera, durante las actividades de conmemoración del Día Internacional de la Mujer pic.twitter.com/GGcDAPf8EE
— Prensa Comunitaria Km169 (@PrensaComunitar) March 12, 2021
A más de tres años del femicidio, la sentencia en el caso de Juana Raymundo Rivera ha abierto las puertas a la posibilidad de difundir información sobre la prevención de la violencia contra la mujer y la reproducción sexual a niñas y adolescentes de Nebaj, algo que a Juana le habría gustado compartir con la “Juventud” de CODECA.
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Paolina Albani
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