Lucia Ixchíu
Lucia Ixchíu
9 años han pasado desde que se escucharon los disparos, los gritos y el terror que inundaron Chuipatán, lugar conocido como cumbre de Alaska; no alcanzan los dedos de las manos y de los pies para contar a las personas heridas, no alcanzan los dedos de la mano para contar a nuestros hermanos asesinados, no alcanzan las estrellas para contar los días que hemos esperado la justicia. Han transcurrido 3,287 días, en los que María, Celestina, Josefa, Joaquina, Francisca y Teodora todas las hijas, hijos y el pueblo entero de Totonicapán para que se honre la memoria de quienes nos fueron arrebatados por las balas asesinas.
“En el corazón de la ensenada verde sumergimos nuestras pisadas en busca de almejas, para hacernos con ellas un collar de conchas y tejer con los hilos del cosmos una redecilla grande para pescar la esperanza, para cultivar el agua, una a una salía las bocas del Polochic diciendo sus verdades, contando las historias de ese río itinerante. En el corazón de la ensenada verde, nacieron las hijas de la tierra.”[1]
Lo ocurrido en San Luís Petén, con el asesinato de Domingo Choc, me dolió en el alma, me dejó fría y con muchas cosas pasando por mi cabeza. La intolerancia, la ignorancia y el fanatismo religioso exacerban el odio y nos hacen cometer crímenes como el de Domingo, un abuelo contador del tiempo.
Con más de 2 años de audiencias canceladas sin ningún motivo, ligada a proceso y con arraigo, privada de su libertad y presa en su propia casa, la defensora del territorio María Choc lleva desde el 2018 un caso de tortura por parte del sistema de justicia guatemalteco.