Tintas

Las llamaron brujas, pero solo eran mujeres libres

Escrito por Viviana Bran

Desde pequeña, las películas me enseñaron a tenerle miedo a las brujas. Eran las malas, las villanas, mujeres a las que había que tenerles temor. Crecí creyendo eso hasta que entendí que detrás de esa imagen de “malas” había otra historia: la de mujeres que se atrevieron a pensar por sí mismas, a sanar, a vivir fuera de las reglas impuestas por los hombres, esos mismos que, al no poder controlarlas, las llaman de esa manera.

Por Viviana Bran

La idea de las brujas regresó cuando leí “Somos las nietas de las brujas que no pudiste quemar”. Esta frase me hizo ver que las brujas no eran malvadas, sino mujeres sabias, libres, y sobre todo, valientes. Hay una frase que recuerdo mucho, “No eran demoníacas, eran sabias. No eran oscuras, eran libres”. Entonces entendí que esas mujeres malas, como me lo enseñaron en las películas, fueron las primeras mujeres que se atrevieron a desafiar a la sociedad solo por leer, aprender o cuestionar lo que se suponía que era “normal”.

Pero, claro, la historia fue escrita por quienes les tenían miedo. Entre los siglos XV y XVII, miles de mujeres fueron torturadas y ejecutadas por supuestos pactos con el demonio. En Europa se habla de más de 60 mil personas condenadas, y en América los tribunales copiaron esas prácticas con el objetivo de controlar los cuerpos y el conocimiento femenino. Las llamaban  brujas porque su libertad les daba miedo; el saber más que ellos era su superpoder. 

Y aunque parezca que eso quedó en el pasado, a veces siento que las hogueras siguen encendidas. Hoy ya no son de fuego, sino presión social. Se usan otros métodos, pero la intención es la misma: callar a las mujeres que incomodan. En redes sociales las mujeres que alzan la voz, que deciden no ser madres, que ocupan espacios de poder, las siguen quemando. 

Entonces, es una forma de sacar del olvido a esas mujeres y devolverles su nombre, para reconocer en ellas las luchas que han tenido las mujeres. Las brujas fueron las primeras en crear redes de apoyo entre mujeres como un legado para nosotras, las primeras en compartir sus saberes, cuestionar la autoridad patriarcal y religiosa. Eso que antes se veía como peligroso, que las mujeres pensaran juntas, hoy es nuestro mayor poder como mujeres.

Pienso en todas las que vinieron después de las brujas, como las comadronas indígenas perseguidas, las que lucharon por el voto, por la educación, por vivir sin violencia. Todas forman parte de nuestra historia, de esa cadena de mujeres valientes que llega hasta nosotras que seguimos luchando por las futuras niñas.

El fuego sigue ardiendo en las desaparecidas o en aquellas que sufren de acoso o de impunidad, pero también arde la rabia, la resistencia y la conciencia. Al final somos como el libro porque sí somos las nietas de las brujas, pero también somos las herederas de una deuda histórica, la de una sociedad que todavía tiene miedo a las mujeres en la política o en espacios públicos.  

Porque la historia de las brujas no es solo algo del pasado, sigue siendo un espejo del presente y nos recuerda que cada derecho ganado, cada paso hacia adelante, tuvo detrás a una mujer. 

Nosotras tenemos algo que el patriarcado nunca pudo apagar: la voz que seguimos alzando.

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Viviana Bran

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