La estigmatización de no tener una teta
Escrito por Marta Karina Fuentes
Dentro de los estándares de belleza hay una obsesión con la forma y el tamaño de nuestras tetas. Por eso, para muchas, el tener que pasar por una mastectomía (extirpación quirúrgica total o parcial de la mama) resulta muy duro en ocasiones, no solo porque tienes cáncer sino por cómo te verán las otras personas.
Por Marta Karina Fuentes
Hace alrededor de diez meses, gracias a la constancia en hacerme el autoexamen de mama, pude notar una bolita que sobresalía en uno de mis senos, que mis manos no reconocían. Esperé unos días, pensado que podría deberse a cambios hormonales porque iba a menstruar. Sin embargo, muy en mi interior, sabía que no era normal ni sano lo que sentía.
Al hacerme la mamografía me dijeron que debía hacerme un ultrasonido, y ahí se vio que era un tumor pequeño, así que hice todo lo más rápido posible. Habían varias opciones, esperar era una de ellas; otra era realizar una biopsia, la cual me realicé y salió negativa, así que una de las sugerencias médicas era quitar un cuadrante, pero yo, muy decidida, dije “Quítenme toda la teta”. Tuve un poco de dificultad para que una cirujana, porque yo quería que fuera una mujer, me la hiciera y lo conseguí gracias a que uno de mis doctores favoritos y por el cual creo que sigo viva, me recomendó a una doctora especialista en cáncer de mama.
El 15 de enero me estaban haciendo la mastectomía y puedo decirles que me sentí feliz al saber que ya no tenía un tumor en mi cuerpo, que esto ya era una prueba superada, que la vida seguiría. La biopsia que realizaron a la mama extirpada confirmó que sí era cáncer, mi decisión fue la correcta.
Nunca he pensado que mi feminidad depende de una teta, no me he sentido rechazada, o fea, o acomplejada. Al contrario, me siento empoderada, agradecida de poder haberme realizado la operación, de tener mucho amor a mi alrededor, de tener personal de salud que me ha atendido con mucha ética profesional y empatía.
Yo en lo personal he optado por no cubrir el vacío que dejó esa amputación, creo que me hace más fuerte, y esto no es juzgando a quienes sí lo hacen, simplemente a mí, en lo particular, no me hace falta.
Al tomar conciencia de la cirugía, de lo que implicaba este nuevo reto en mi vida, me pasaron muchas cosas por la cabeza. Primero, el dinero; luego, los cuidados que debía tener porque fue una recuperación lenta y muy dolorosa, las quimioterapias que me dejaban hecha talco, las náuseas. El tratamiento que tengo ahora hace que se me caigan las cejas, el no poder cargar mucho peso del lado de la cirugía, entre otras muchas cosas, pero nada de eso importa ahora, porque sigo viva y estoy bien. Llevo tres controles y hasta ahora todo marcha viento en popa.
Les pido, las invito a no dejarse de hacer el autoexamen de mama, realmente nos puede salvar la vida.
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Marta Karina Fuentes
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