Violencias
Foto: Jasmin López.

Juana Raymundo Rivera: a cinco años de la sentencia por su femicidio, la violencia contra las mujeres en Quiché continúa

Escrito por Jasmín López

El caso de Juana Raymundo fue uno de los primeros femicidios de Nebaj, en Quiché. No porque fuera realmente uno de los primeros crímenes, sino porque fue uno de los pocos donde se reconoció la violencia estructural que gestó el asesinato de Juana. A cinco años de la sentencia en este caso, mujeres organizadas se reunieron para conversar sobre qué ha cambiado al respecto en ese departamento.

Por Jasmin López

Nebaj es un pueblo quichelense anidado entre la Sierra de los Cuchumatanes, al que se llega, desde la ciudad de Guatemala, por un trayecto de ocho o siete horas de asfalto, terracería y concreto. En Nebaj el aire es frío y la bruma es abundante, se crían ovejas y se siembra milpa. Fue aquí, en la bucólica cotidianidad del Triángulo Ixil, donde Jacinto Brito Raymundo asesinó a Juana Raymundo Rivera, la madrugada del 28 de julio de 2018.

El cuerpo de Juana fue encontrado a la intemperie en un riachuelo de la aldea Cambalam. Las heridas que tenía permitieron al Ministerio Público determinar, tiempo después, que Brito violó a Juana antes de matarla de un golpe en la cabeza.

La brutalidad del crimen hizo imposible ignorar no solo las condiciones en las que mueren, sino también en las que viven las niñas, adolescentes y mujeres en Guatemala y, con mayor riesgo, las indígenas, porque el asesinato de Juana no se cometió en unas cuantas horas, ni siquiera en un solo día: se venía desarrollando desde 6 años atrás, cuando Brito la conoció en el puesto de recargas telefónicas que ella atendía. 

La historia de Juana

“La historia de Juana caracteriza las condiciones de las mujeres en la reproducción humana, la violencia sexual por el patriarcado, la combinación de esta violencia con el femicidio (...)”, explicó la doctora Lily Caravantes, quien realizó el peritaje de género sobre el caso, consultado en el juicio.

Lee más en el siguiente link: 

https://www.rudagt.org/ruda/radiografia-de-un-femicidio-el-caso-de-juana-raymundo-rivera/ 

Juana tenía 25 años, trabajaba como enfermera y militaba en la rama de Juventud del Comité de Desarrollo Campesino (CODECA). Su asesinato resonó en los medios y organizaciones internacionales, entre ellos Amnistía Internacional, por tratarse de una defensora de derechos humanos. Entre mayo y junio de ese año, habían asesinado a 14 activistas y líderes comunitarios. Sin embargo, su activismo no fue el mayor factor de riesgo para ella, sino el existir como mujer en una sociedad patriarcal.

Jacinto Brito había sido pastor de la iglesia evangélica Emmanuel, era 14 años mayor que ella, y además estaba casado. A pesar de ello, decidió iniciar una relación con Juana. Según los padres de Juana, ella tenía apenas 15 o 16 años. 

Este vínculo se caracterizó por el control y la violencia. Brito se apoderó de las decisiones sobre los derechos sexuales y reproductivos de Juana. La inyectaba con lo que, decía, era un “método de planificación familiar”, la obligaba a tener relaciones sexuales, la llamaba de forma insistente. De acuerdo a testigos, Juana intentó dejar la relación. Sus padres también intentaron alejar a Brito, pero él no cedió. 

Hasta que, la madrugada del 28 de julio de 2018, la atrajo hacia el campo donde abusó sexualmente de ella para después asesinarla.

La sentencia

Durante el juicio, se comprobó que el femicidio de Juana fue posible no solo por la fuerza física y el engaño empleados por Brito, sino también por el prestigio que tenía dentro de la aldea -como líder religioso y comunitario-, por su dominio sobre Juana, una mujer con menos edad y por la naturalización de la violencia contra las mujeres en la sociedad.

El Tribunal de Sentencia Penal de Delitos de Femicidio de Quiché reconoció que, antes de arrebatarle la vida, Brito le arrebató a Juana el derecho sobre su cuerpo, y sobre su vida sexual, reproductiva y sentimental. Se consideró, además, que el dejar el cuerpo de Juana expuesto fue un mensaje y una muestra de menosprecio no solo para la víctima, sino para todas las mujeres. El 24 de septiembre de 2020, Brito fue sentenciado a 50 años de prisión inconmutalbes por femicidio y 12 por violación.

La sentencia y las medidas de reparación obtenidas, que, entre otras cosas, ordenaron la difusión de campañas para la prevención de la violencia de género, sentaron un precedente en la región Ixil.

A cinco años del femicidio

En el conversatorio Mujeres y Justicia, sostenido el 24 de septiembre en Nebaj, en el quinto aniversario de la sentencia por el femicidio de Juana, sectores organizados y colectivas se reunieron para conmemorar y reflexionar sobre la situación de las mujeres en la región, donde la violencia ha aumentado en los últimos años.FOTO: fotonebaj2

La Red de mujeres ixiles, el colectivo Mujeres Valientes, y el Centro para la Acción Legal en Derechos Humanos aportaron su perspectiva en la defensa de los derechos de las mujeres durante el conversatorio.  Foto: Jasmin López.

Guatemala, Escuintla, Petén, Chiquimula, Izabal y Santa Rosa son los departamentos con mayor número de muertes violentas en el 2025, de acuerdo a un informe del Observatorio de Seguridad, Justicia y Desarrollo de Guatemala. En alrededor de un 12 % de estos homicidios las víctimas son mujeres, y un 88 % corresponde a hombres. Mientras, Quiché fue uno de los departamentos con menores índices de violencia homicida.  

Pero cuando se observan únicamente los asesinatos de mujeres y manifestaciones de violencia machista, Quiché aparece entre los primeros departamentos. Es el octavo departamento con mayor prevalencia de violencia contra la mujer en el país, según datos de la Encuesta Nacional de Calidad y Bienestar de los Hogares. En el 2023, fue el tercero con más mujeres víctimas de estos delitos; y el quinto con mayor porcentaje de evaluaciones médicas en mujeres, por heridas y afectaciones producto de violencia sexual y de género, reporta el informe del Instituto Nacional de Estadística 2023. Es también el tercero donde, de enero a agosto del 2025, el Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva registró más casos de embarazos en niñas menores de 14 años, con un total de 134.

“Siempre se piensa en las mujeres como las personas que están resguardando las culturas y manteniendo a las humanidades, pero hay que pensar en las mujeres como sujetas políticas, como personas que merecen vivir bien”, comentó Angela Cuc, de la Red de Comunicadoras Indígenas Jum Na’oj, respondiendo a la creencia que aún persiste de la mujer como propiedad de los hombres y mano de obra no remunerada en las comunidades.

Mientras, María Cristina Raymundo, de la Red de Mujeres Ixiles de la Defensoría de Nebaj, instó a la comunidad a ayudar y empatizar con las mujeres que viven violencia, y enfatizó el papel de las mujeres y organizaciones que acompañan a las víctimas y sobrevivientes.

“Es importante también que el gobierno municipal implemente estrategias, y apoye a las operadoras de justicia”, agregó Raymundo. “No existen todos los recursos, pero creo que lo podemos hacer. Si el gobierno municipal y el Estado no lo van a hacer, nosotras sí lo vamos a hacer”.

La rapidez y severidad con que se dictó la sentencia contra Jacinto Brito Raymundo fue posible gracias a la fortaleza de la familia de Juana, pero también por las mujeres organizadas que brindaron acompañamiento legal, emocional, económico y buscaron justicia hasta el final. Este trabajo es el que, de a poco, está transformando los mandatos de la violencia.

Participaron de esta nota

La cara de Jasmín López

Jasmín López

Jazmín Lopez en su trabajo busca visibilizar las luchas de las mujeres. Fue lanzada en enero del 2020, tras dos años de un largo proceso de reflexión y creación que atravesó los caminos y cuerpos de sus fundadoras. Ahora es una media de comunicación feminista digital que hace periodismo e investigación desde la reflexión feminista cómo elementotransversal. 

Queremos contar historias, romper con la victimización, aportar con nuevas y distintas narrativas, explorar distintos formatos, como una manera de dignificar la vida de las mujeres, desde el periodismo y la comunicación feminista.

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Juana Raymundo Rivera era una enfermera maya ixil, integrante del Comité de Desarrollo Campesino (CODECA) en Nebaj, Quiché. Quienes la conocieron la describen como una mujer seria, responsable, respetuosa y muy reservada. A Juana le arrebató brutalmente la vida su pareja: Jacinto Brito Raymundo. Un hombre mucho mayor que ella, quien era una figura respetada en la comunidad por haber sido el pastor de una iglesia evangélica y miembro de CODECA. La relación entre ellos se mantuvo en secreto durante años, los pocos que sabían de ella no pudieron prever lo que ocurriría el 28 de julio de 2018.

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