Emma López
Emma López
Por Emma López
El otro día en un taller el facilitador pidió que nos levantáramos quienes tuviéramos algún familiar que se hubiera suicidado. El 80% de la sala se puso de pie; entonces nos pidió vernos y reconocernos entre el grupo, sin hablar, porque no era necesario, todas y todos sabíamos y sentíamos en el cuerpo la vergüenza aprendida, pero también el peso del silencio sobre esas muertes de las que escasamente queremos/podemos hablar.
Sombreros picudos; caras verdes; lunares prominentes; vestidos y harapos negros; calderos y escobas voladoras; todos estos eran símbolos de la caricaturización de las brujas con las que crecimos. La idea de unas mujeres “feas”, encargadas de hacer pócimas y menjurjes para resolver situaciones, o incluso para venganzas. Mujeres a las que se les temía y de las cuales debíamos permanecer lejos.