Violencias
Pruebas a niños realizadas por el doctor Fisher para su investigación Crédito Stanford

El estrés tóxico en las infancias limita su desarrollo cerebral

Escrito por Ana Alfaro

El funcionamiento cerebral de las infancias está determinado por su entorno y el trato que procuran para ellas sus cuidadores o cuidadoras. Las experiencias estresantes tempranas a las que son sometidos niños y niñas interfieren directamente en el desarrollo neurobiológico y psicológico. Así lo aseguró el doctor Philip Fisher, profesor en la Escuela de Posgrado en Educación de Stanford, Estados Unidos, durante una videoconferencia este 28 de octubre, en el Primer Congreso Internacional de Primera Infancia, en la Universidad Rafael Landívar.

Pruebas a niños realizadas por el doctor Fisher para su investigación  Crédito Stanford


Por Ana Alfaro

El estrés no solo lo viven las personas adultas, también se puede observar en las infancias, así como el papel prioritario que juega el entorno y las personas a cargo del cuidado de las niñas y los niños, dio a conocer el doctor Philip Fisher durante la  conferencia “La nueva ecología de la primera infancia: una perspectiva sobre la crianza de los niños prósperos en tiempos difíciles”. 

Fisher explicó que las experiencias vividas durante la primera infancia son determinantes para el desarrollo del cerebro. “Las experiencias que tienen los niños en sus primeros años de vida son clave para la arquitectura cerebral”, subrayó. 

Fisher explicó que en las mañanas los seres humanos bajo condiciones no estresantes, mantenemos los niveles de cortisol bajos, los cuales se incrementan a medida que el día transcurre para sobrellevar las actividades cotidianas, y disminuye a medida que llega el anochecer; pero en niños y niñas que viven en condiciones de abandono o sin la presencia de un tutor o tutora responsable y cercana, el cerebro se adapta para sobrevivir inhibiendo la producción de cortisol para evitar que la estructura nerviosa colapse ante los estímulos estresantes. 

Durante la pandemia de COVID-19, el académico inició una encuesta mensual llamada RAPID-EC, en línea, donde participaron padres y madres de Estados Unidos, para hacer un registro de cómo se encontraban los niños, niñas y adultos cuidadores respecto a su entorno. Los resultados mostraron que la inestabilidad en los ingresos y el acceso limitado a la educación incrementaron significativamente los niveles de estrés en las familias. 

Según el especialista, existen tres tipos de estrés: positivo, tolerante y tóxico. El primero es aquel en el que se registra un breve aumento de la frecuencia cardiaca y leves elevaciones de cortisol, útiles para la realización de las actividades cotidianas.

El tolerable es una respuesta temporal al estrés grave, amortiguada por las relaciones de apoyo; y el tóxico ocurre cuando las infancias enfrentan situaciones adversas sin la presencia de personas adultas que les brinden seguridad y acompañamiento. “El estrés tóxico aumenta el ritmo cardíaco y puede afectar el aprendizaje y los niveles de logro escolar”, indicó el experto.

Uno de los indicadores biológicos que ha identificado en su investigación sobre el estrés en niñas y niños es el nivel de cortisol: cuando este se mantiene bajo en las mañanas y permanece de igual manera a lo largo del día, puede ser señal de exposición a estrés tóxico, interfiriendo en el aprendizaje y la percepción de la vida y las experiencias. 

contraban los niños, niñas y adultos cuidadores respecto a su entorno. Los resultados mostraron que la inestabilidad en los ingresos y el acceso limitado a la educación incrementaron significativamente los niveles de estrés en las familias. 

Además de esta encuesta también ha desarrollado el programa FIND de coaching para cuidadores y educadores con el fin de fortalecer sus capacidades y prestarles el apoyo necesario para atender las necesidades emocionales de las niñas y los niños. 

Estudios

El experto también compartió que la primera infancia es la etapa en la que el ser humano tiene mayor cantidad de conexiones entre las neuronas, y que a los 14 años se empieza a ver una disminución, esto debido a que el cerebro se autorregula eliminando la información que no utiliza y deja de generar conexiones que serían imposibles de controlar. Debido a esta función cerebral, se hace prioritario que en la infancia se cuente con calidad educativa con entornos seguros y libres de violencia y factores estresantes para las niñas y los niños.

Imagen de las conexiones neuronales en la primera infancia Crédito: Stanford

El doctor Fisher ha centrado sus estudios en Estados Unidos, pero al ser cuestionado sobre situaciones y contextos de países como Guatemala, en donde las primeras infancias están expuestas a pandillas y violencia, recomendó que las y los cuidadores a cargo de menores de edad le brinden atención y seguridad. 

La investigación de Fisher ha sido financiada continuamente por los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos desde 1999, y se concentra en el desarrollo y la evaluación de intervenciones escalables para la primera infancia en comunidades, y en la aplicación del conocimiento científico sobre el desarrollo saludable en condiciones adversas para su uso en políticas y programas sociales.

Doctor Fisher Crédito: Stanford

El investigador ha publicado más de 200 artículos científicos en revistas con revisión por pares. Recibió el Premio de Ciencia Traslacional de la Sociedad para la Investigación en Prevención en 2012 y fue miembro de la Sociedad Americana de Psicología, en 2019.

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