Sanar desde el autocuidado y los cuidados colectivos

Escrito por Ruda

Sanar es político es un ejercicio de soberanía, una estrategia política que nos fortalece como sujetas políticas. Para sanar, el autocuidado y los cuidados colectivos son imprescindibles, un posicionamiento político frente a un sistema que nos despoja de la capacidad de sentir, pensar y de ser, obligándonos a disociarnos para producir a costa de nuestro bienestar.

Nuestros cuerpos han sido enajenados de las sanaciones ancestrales, esas sanaciones que nos sostienen para resistir, por eso afirmamos que la sanación es política; porque nos fortalece para enfrentar las violencias y la ausencia del Estado. 

En palabras de la psicoterapeuta Dulce Calderón, quien desarrolla junto a Ruda el nuevo espacio editorial “Cuidarnos para Luchar”, la salud mental es el concepto tradicional que se refiere a un estado de bienestar emocional y psicológico; pero que, desde el enfoque feminista, se refiere a situarnos como sujetas políticas en un espacio amable con nosotras mismas para ser conscientes de nuestras emociones y pensamientos. 

¿Conscientes? Sí, porque no hay sanación sin consciencia, sin estar presentes desde nuestros sentidos, emociones y sensaciones para interpretar las realidades que nos excluyen, afectan y que moldean nuestras relaciones con nuestras pares. 

La psicología tradicional explica la sanación como un proceso terapéutico o psicoterapia; sin embargo, la psicología feminista la considera un proceso de reconexión con el cuerpo, la voz de nuestra consciencia, el placer y el deseo como mujeres. 

Como señala IM-Defensoras, el autocuidado debe entenderse como una práctica profundamente transgresora, desligada de la lógica mercantil y de los mandatos patriarcales del “deber ser” impuestos sobre los cuerpos y vidas de las mujeres. Lejos de promover estándares normativos, el autocuidado busca sostener la vida de las defensoras y de sus movimientos a través de la alegría, el placer y la renovación de los vínculos entre ellas, con sus afectos y con la madre tierra.

Pero, ¿por qué el autocuidado debe ser una práctica constante? El autocuidado como herramienta política es el conjunto de prácticas que nos llevan a atender las necesidades de nuestro cuerpo, mente y emociones, frente a la productividad que niega la naturaleza holística e integral de las y los seres humanos. Al ser constante, el autocuidado previene el desgaste que genera la cotidianidad y el cúmulo de actividades que desarrollamos, por ello el autocuidado constituye una forma de resistencia y autodeterminación al constituirse como una acción contra las lógicas del gran capital, más allá de la reflexión.

¿Y qué hay de los cuidados colectivos? Las seres humanas somos seres políticas y sociales, existimos y actuamos con otros y otras, y desde los cuidados colectivos esas interacciones se llevan a cabo desde la empatía que procura espacios seguros para la comunidad, bajo acuerdos previamente establecidos.

Los cuidados colectivos son contrarios al individualismo que impulsa el neoliberalismo, pues constituyen acciones que promueven el bienestar físico, mental y emocional de quienes conforman un grupo, una colectividad, identificando sus vulnerabilidades y colocándoles como seres que merecen cuidados. 

Además, los cuidados colectivos nos encaminan al buen vivir, al reconocimiento de Estados plurinacionales que tomen como principio el respeto a los derechos de los pueblos indígenas y de la naturaleza, la defensa del cuerpo y del territorio desde las cosmovisiones latinoamericanas, desde la Abya Yala. 

Cuidarnos para Luchar es nuestro aporte para procurar el autocuidado y los cuidados colectivos, desde la ternura, la alegría, el análisis crítico del contexto y la digna resistencia.

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