Brecha de género en tecnología: el techo invisible que sigue frenando a las mujeres en Guatemala
Escrito por Nathalie Quan
En un país donde las mujeres lideran aulas pero siguen ausentes en los laboratorios de software, el nuevo diagnóstico de Aurora STEAM Guatemala pone al desnudo una desigualdad persistente: ellas están mejor preparadas, asumen cargos de liderazgo y aun así ganan menos, enfrentan acoso y deben demostrar el doble para que sus aportes sean tomados en cuenta. La brecha de género en tecnología no es un error del sistema; es el sistema funcionando como fue diseñado.
Por Nathalie Quan
El pasado 27 de septiembre, en el Centro Cultural de España en Guatemala, el colectivo Aurora STEAM Guatemala presentó el primer Diagnóstico de Brecha de Género en Tecnologías de la Información (TI), un estudio pionero que expone con datos, voces y experiencias la desigualdad estructural que enfrentan las mujeres en el sector tecnológico del país.
El evento reunió a especialistas, voluntarias y público interesado en comprender por qué, pese a los avances en educación y liderazgo, las mujeres siguen siendo minoría en tecnología, ganan menos y enfrentan acoso laboral.
“Nos dimos cuenta de que no existe información que refleje la representación real de las mujeres en el área de TI”, explicó Alba Sagastume, una de las directoras de Aurora STEAM Guatemala. “Por eso decidimos hacer nuestro propio diagnóstico. Queríamos confirmar si la falta de presencia femenina era cierta, y lo es. Pero además, encontramos brechas salariales, acoso y desigualdad de acceso que siguen normalizadas”, comentó Sagastume.

En la imagen se observa a mujeres que integran el equipo principal de STEAM GT y que realizaron el estudio. Fotografía: Nathalie Quan
Un colectivo de voluntarias que decidió medir lo que el Estado no mira
Aurora STEAM Guatemala es un colectivo voluntario conformado por mujeres guatemaltecas, en su mayoría vinculadas a las áreas STEAM: Ciencia (Science), Tecnología (Technology), Ingeniería (Engineering), Arte (Arts) y Matemáticas (Mathematics).
El grupo también integra profesionales de otras disciplinas —como psicología, derecho y comunicación— que trabajan de forma colaborativa para visibilizar y reducir las brechas de género en espacios educativos, laborales y tecnológicos.
Aurora STEAM ha mantenido una presencia activa desde al menos 2023, impulsando eventos, mentorías y proyectos con enfoque de equidad. “Somos un equipo de mujeres que no esperamos a que alguien más lo hiciera”, comentó Wualeska Álvarez, voluntaria de Aurora STEAM. “Sabíamos que si no había datos, tampoco habría cambios”, expuso.
Mujeres más preparadas, pero peor pagadas
El diagnóstico —basado en encuestas, entrevistas y análisis estadísticos— reveló que solo el 35 % de quienes trabajan en tecnología son mujeres, y que ellas, a pesar de ocupar más cargos de liderazgo (53 % frente a 46 % de los hombres), siguen ganando menos.
“Cuando profundizamos en los datos, vimos que incluso las mujeres con más preparación ganan menos”, explicó Wualeska Álvarez. “Por ejemplo, casi el 40 % de las mujeres encuestadas tiene un posgrado o maestría, frente al 34 % de los hombres. Pero aun así, los hombres tienen más acceso a salarios altos y a puestos en empresas tecnológicas o de comunicación”, dijo Álvarez.

Wualeska Alvarez, voluntaria de Aurora STEAM. Fotografía: Nathalie Quan.
La experta añadió que las mujeres suelen concentrarse en puestos de servicios o enseñanza, mientras que los hombres dominan el desarrollo de software y la infraestructura digital, sectores mejor remunerados.
También destacó que en las entrevistas laborales persisten sesgos de género: en los procesos de contratación, las desigualdades son aún más evidentes: a las mujeres se les pregunta con mayor frecuencia si están casadas, si planean tener hijos o si profesan alguna religión. Mientras tanto, a los hombres se les cuestiona sobre consumo de drogas o tatuajes. “Ahí ya se refleja quién debe justificar su vida para poder trabajar”, afirmó Álvarez.
Estas diferencias refuerzan la idea de que el cuerpo y la vida privada de las mujeres siguen siendo objeto de control y escrutinio, incluso en espacios que deberían regirse por la meritocracia.
Violencia simbólica y acoso: las otras brechas
El informe también visibilizó las formas cotidianas de violencia que enfrentan las mujeres en el ámbito tecnológico. Una de cada cuatro mujeres ha sido víctima de acoso físico, y una de cada cinco ha sufrido acoso no verbal o sexual, situaciones que en la mayoría de los casos no se denuncian por miedo a represalias o por falta de canales seguros.
Durante su intervención, Luisa Escobar Galo, psicóloga clínica especializada en violencia de género, recordó que la desigualdad no solo se expresa en cifras, sino también en silencios. “Estos espacios son esenciales porque las mujeres se sienten seguras y pueden hablar de temas que siguen siendo invisibles en la sociedad guatemalteca”, afirmó. “A las mujeres que han sufrido violencia o acoso les diría que no están solas. Existen instituciones, hay acompañamiento psicológico y hay hombres y mujeres que pueden apoyarles”, agregó.

Luisa Escobar Galo en su intervención sobre el acoso laboral. Fotografía: Nathalie Quan
El estudio reveló que una de cada cuatro mujeres ha sufrido acoso físico en su entorno laboral y una de cada cinco ha sido víctima de acoso no verbal o sexual. Sin embargo, el 70 % de las encuestadas desconoce cómo denunciar estos hechos dentro de su empresa, lo que refleja que las políticas institucionales no se traducen en protección real.
Las brechas se viven, no solo se leen
María José Lemus, líder de la Comisión de Brecha de Género de Aurora STEAM, enfatizó que la investigación también analizó el impacto de las responsabilidades familiares en el desarrollo profesional. “Se necesita un entorno laboral que respalde a la familia, esto no solo reduce el estrés, también aumenta la satisfacción y el compromiso”, explicó.
Además, Lemus comentó que la conciliación no depende solo de las políticas empresariales; sino que el apoyo de la pareja y la negociación de horarios son claves. “Muchas mujeres han tenido que extender sus jornadas para cumplir con el trabajo y la familia”, apuntó.

María José Lemus, voluntaria de STEAM
Lemus también destacó que el sector tecnológico sigue siendo percibido como masculino, donde persisten estereotipos, discriminación y, en algunos casos, bullying. “Aun así —dijo— hay mujeres que logran romper esas barreras, y esos casos de éxito son la prueba de que el cambio es posible, pero todavía insuficiente”, expresó.
Emprendimiento y liderazgo: el doble esfuerzo
Solo el 20 % de las mujeres encuestadas ha iniciado un emprendimiento tecnológico, frente al 40 % de los hombres. Las barreras son múltiples: falta de financiamiento, redes de apoyo débiles y la persistente autopercepción de “no ser suficientes”.
“Muchas veces no es que no tengamos ideas o fortaleza”, reconoció una participante, “es que no tenemos redes que nos respalden”, dijo.
Aun así, las mujeres que logran abrirse camino suelen hacerlo desde la colaboración y la empatía. Sus redes se construyen en torno al apoyo emocional y comunitario, no solo al interés estratégico o económico.
Más que políticas: se necesitan protocolos
Los datos del estudio evidencian que las políticas de igualdad en las empresas son insuficientes si no van acompañadas de protocolos claros, accesibles y confidenciales para denunciar el acoso o la discriminación.
“Las empresas necesitan entornos más flexibles que respalden a quienes tienen responsabilidades familiares —no solo a las mujeres, también a los hombres—, para que ambos puedan participar activamente sin sacrificar su desarrollo profesional”, enfatizó Sagastume.
Para Wualeska, el problema no está solo en las empresas, sino en una cultura que arrastra estereotipos desde la educación hasta el empleo. “Esto no es un problema aislado, es sistémico”, aseguró. “Vemos que los hombres siguen ocupando la mayoría de puestos en áreas técnicas, mientras que las mujeres quedan relegadas a funciones de apoyo. Incluso, en empresas que promueven la igualdad, la disparidad se mantiene porque la estructura misma no cambia”, subrayó.
La brecha de género en tecnología no es solo una cuestión de cifras, sino de cultura. Persisten estereotipos que asocian la competencia técnica con lo masculino y relegan a las mujeres a tareas secundarias o administrativas.
Sindy, otra voluntaria de Aurora STEAM, cerró la jornada con una reflexión sobre el avance y los retos pendientes. “Sí, hay más mujeres estudiando carreras tecnológicas y asumiendo roles de liderazgo, pero todavía existe brecha en salarios, emprendimiento y trato cotidiano. Eso refleja los prejuicios sobre lo que ‘debería’ ser el rol de la mujer”, señaló. “Aun así, hay avances: las empresas transnacionales son las que muestran mayor equidad. Falta mucho, pero el cambio empieza cuando hablamos de esto sin miedo”.

Sindy, voluntaria de Steam en las conclusiones finales del diagnóstico. Fotografía: Nathalie Quan
Un estudio que deja huella
El Diagnóstico de Brecha de Género en TI en Guatemala no solo visibiliza las desigualdades: plantea soluciones concretas.
Propone auditorías salariales, protocolos accesibles para denunciar acoso, políticas de flexibilidad laboral y formación en equidad de género en el sector público y privado.
El informe completo está disponible en formato digital: "Diagnóstico Brecha de Género, en TI Guatemala" y físico, distribuido en bibliotecas y espacios aliados como el Centro Cultural de España, donde también puede consultarse libremente.
Aurora STEAM Guatemala ha demostrado que los cambios estructurales comienzan con datos, comunidad y compromiso.
Este diagnóstico, fruto del trabajo colectivo de voluntarias de distintas disciplinas, marca un paso histórico en la construcción de un sector tecnológico más justo, humano y equitativo.
Ahora, el reto es que el país lea el informe y aplique las propuestas. “Este diagnóstico no es el final, sino el comienzo de una conversación urgente: cómo hacemos que la tecnología en Guatemala sea verdaderamente inclusiva”, concluyó Alba Sagastume.
Participaron de esta nota
Nathalie Quan
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