Ayer, hoy y mañana del lado de las brujas
Escrito por Emma López
Sombreros picudos; caras verdes; lunares prominentes; vestidos y harapos negros; calderos y escobas voladoras; todos estos eran símbolos de la caricaturización de las brujas con las que crecimos. La idea de unas mujeres “feas”, encargadas de hacer pócimas y menjurjes para resolver situaciones, o incluso para venganzas. Mujeres a las que se les temía y de las cuales debíamos permanecer lejos.
Por Emma López Penados
Pero las brujas, o aquellas a quienes llamaron de esta manera, las cuales fueron principalmente mujeres, eran en realidad algo distante a esto. Lo desconocemos porque, como bien lo plantea Silvia Federicci en su libro El Calibán y la Bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria (2004), es una historia que no se cuenta, ni siquiera por los historiadores. Esto representa una falencia enorme para comprender el mundo actual, pues aquella persecución es un momento significativo que permitió y creó las bases para el establecimiento del capitalismo y todas sus vertientes posteriores, en el que las mujeres, y principalmente nuestros cuerpos y fuerza de trabajo, son fundamentales.
En términos muy generales, Federicci se sitúa en la época del renacimiento, y señala que la narrativa predominante sitúa la época como un bastión de resistencia de la razón frente a la superstición e irracionalidad de la Edad Media, sin embargo los hallazgos cuentan una historia diferente.
La Edad Media acentuó las bases para nombrar la “brujería” y catalogarlo como algo a lo cual temerle porque se decía que las brujas tenían una relación con el diablo y demonios, lo que las hacía reunirse para hacer sacrificios de niños, vivir una sexualidad inmoral entre ellas, así como realizar trabajos para la infertilidad de los hombres.
La iglesia inquisidora elaboró documentación que supuestamente recogía información sobre esto, además advertía lo que pasaría con la humanidad si no se les detenía, lo cual avivó el miedo, la paranoia y el deseo de eliminarlas bajo la premisa de la salvación.
Pero la cacería de brujas no estuvo supeditada a la influencia religiosa, aunque Federicci reconoce que sin este trabajo sobre el imaginario colectivo, habría sido difícil eliminar decenas de miles de mujeres a lo largo de Europa; Las brujas eran acusadas de muchas ignominias, aunque en realidad eran, principalmente, mujeres que conocían de herbolaria; medicina; ciclo menstrual; parto y aborto; entre otros saberes que compartían con otras. Esto no solo se consideraba una transgresión al espacio que debían acusar, pues se consideraba que usurpaban el quehacer masculino, sino además les generaba ciertas ganancias que les brindaban márgenes de autonomía y libertad.
Es decir que sí, la religión se beneficiaba de la cacería al fortalecer el mensaje de la moralidad que la “buena mujer” atiende; pero también es un proceso con beneficios políticos, económicos y sociales, que devuelve a las mujeres al espacio doméstico y privado; que controla quiénes pueden hablar de sexualidad y sobre todo cómo se ejerce la misma (reproducción, placer, decisiones); esto a su vez contribuye a la reafirmación de la división sexual del trabajo en el que las mujeres emplean su tiempo en el cuidado y sostén de la vida y el hogar por su “naturaleza femenina” y por lo cual no se recibe un reconocimiento económico.
Las brujas eran quemadas vivas y también muertas en las plazas, eran enviadas a las guillotinas, eran torturadas y también abusadas sexualmente para “comprobar su virginidad”; hacerlo de manera pública también tiene un efecto de adoctrinamiento y disciplinamiento para las otras. La crudeza y saña es un mensaje de advertencia para quienes osaran a disentir de los mandatos que se les confieren.
Han pasado siglos desde esta cacería y sin embargo la triada de poder, como lo nombra la Mtra. Ana Lucía Ramazzini, religión-economía-política, se ha actualizado y refuncionalizado con el tiempo y continúa persiguiendo a quienes se consideran las y los enemigos del orden social y moral.
La disputa por la autonomía de las mujeres, el ejercicio de nuestra sexualidad informada y placentera; la autonomía sobre nuestros cuerpos y nuestra reproducción; la libertad de ocupar y transitar los espacios sin ser violentadas; el derecho a organizarnos y expresar nuestras opiniones y demandas, elegir a quién amar sin que esto represente un peligro; el reconocimiento del trabajo doméstico en los índices económicos; etc.
Y por otro lado, ya no se amenaza con cortarnos la cabeza en la plaza, pero sí se instaura el temor a un sistema de in-justicia que criminaliza y arrebata oportunidades; también la policía moral que ha determinado que las palabras “género”, “feminismo”, “Educación Integral en Sexualidad”, “aborto”, “LGBTIQ”, son prohibidas y denunciadas; y claro, los femicidios que nos reiteran que es nuestra culpa por no obedecer.
La cacería de brujas no terminó, pero tampoco las mujeres y personas que resisten a un sistema de obediencia y sumisión.
Las brujas presentes en el siglo XXI no son representadas con los mismos símbolos; se dice que cambiaron los sombreros y harapos por pañuelos morados y verdes, así como banderas de colores; no hacen aquelarres con calderos y pócimas, pero sí se organizan en marchas y plantones; no se movilizan en escobas, llegan caminando, en bus, en carro, en bici y a jalón; continúan resolviendo y no buscan venganza, exigen justicia.
Y aunque la historia insiste en infundir temor, la realidad resiste y yo… yo del lado de las brujas ayer, hoy, mañana y siempre.
Participaron de esta nota
Emma López
5 artículos
Ruda
Las brujas regresan, pero esta vez con libros, versos y canciones. En la ciudad de Guatemala, la librería feminista Librefem prepara un encuentro para celebrar la palabra y la memoria de aquellas mujeres que, siglos atrás, fueron quemadas por expresar sus conocimientos.
Ruda
Las brujas no respondían a ningún mandato social, no tenían ninguna dependencia económica ni familiar, “las brujas eran mujeres maravillosas”, confirma Carla Natareno, periodista y gestora cultural, quién nos acerca el tema de las brujas, hechiceras y escritoras. En la historia y en la literatura existen muchos tipos de brujas, están las que sanan, las rebeldes o las brujas medievales, todas consideradas las primeras feministas, porque siempre van a transgredir las normas de esas sociedades, por ejemplo al escribir, ya que era prohibido porque las alejaba de sus tareas domésticas.
Kristhal Figueroa
Samari Carolina Gómez Díaz, fiscal auxiliar de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI), fue detenida el pasado viernes. Se le acusa de revelar información confidencial o reservada, pero su caso se encuentra en reserva. Guarda prisión preventiva en la Brigada Mariscal Zaval mientras espera su audiencia de primera declaración.